Opinión
Dani Senabre
opinión

El paraguas se ha roto

Primero de todo hace falta decir que confío en Xavi Hernàndez. Hasta que no se demuestre el contrario, es el entrenador del equipo líder de la liga española. El mismo que le birló 4 en su casa en un Madrid que acabó levantando la Liga y la Champions. Decir también por anticipado que, con la información que tenemos en la mano, en ningún caso peligra su cargo, ni se la juega, ni tiene las horas contadas ni ninguno de los tópicos que acostumbran a acompañar a los técnicos que están en la cuerda floja. No.

Ahora bien, se ha abierto la carpeta Xavi. Después de la eliminación - para mí no es virtual, es definitiva- de la Champions League sufrida el miércoles contra el Inter y especialmente del repaso táctico de Simone Inzaghi, la novedad es la siguiente: se puede hablar de Xavi. Hasta ahora era intocable, un símbolo del estilo y una figura más próxima a su recuerdo reciente como futbolista que al desgaste del día a día desde el banquillo. Eso ya se ha acabado. El Inter, como el Celta tres días antes, lo desnudó. Los gallegos le cogieron la pelota. Los italianos, el número. Inzaghi, que no es 'tonto', colocó Lautaro, el delantero más rápido de los que tenía disponibles, a ganarle las carreras a Piqué mientras situaba Dzeko, a su delantero más alto, a destrozar físicamente a Eric Garcia. Cada contraataque fue una obra de arte. Cada córner a favor del Barça, una ocasión en contra. Por si no fuera suficiente, Xavi retiró del campo Rafinha, que estaba siendo el mejor futbolista de los veintidós que se dieron cita en el Estadio.

Se puede hablar de Xavi. Hasta ahora era intocable, un símbolo del estilo y una figura más próxima a su recuerdo reciente como futbolista que al desgaste del día a día desde el banquillo. Eso ya se ha acabado.

La actuación del técnico no mejoró en la sala de prensa. Atacó -probablemente con toda la razón del mundo- sus futbolistas y, lo que todavía es peor, lo intentó disfrazar de una falsa autocrítica. "Cuando falla Piqué o Eric, también fallo yo". No hay que ser matrícula de honor en análisis sintáctico y morfológico para entender que, en esta frase, el egarense está poniendo el énfasis en las pifias - por otra parte, grotescas- de sus centrales a la vez que nos intenta hacer creer que se señala a él mismo como el principal culpable. No cuela. Si quieres hacer autocrítica de verdad, no sacas el nombre de Piqué y no repites continuamente que todo lo que pasó en el campo ya lo habías avisado en la charla previa.

Atacó -probablemente con toda la razón del mundo- sus futbolistas y, lo que todavía es peor, lo intentó disfrazar de una falsa autocrítica. "Cuando falla Piqué o Eric, también fallo yo"

Antes de su llegada, todo el mundo lo quería. Era el hombre del consenso. La opción ideal. La única cosa en que estaban de acuerdo todos los candidatos a las elecciones. Y es que Xavi ha sido un paraguas prácticamente perfecto para un presidente.

Hasta ahora.

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