Madre por partida doble
Hace poco que soy madre. Madre por partida doble, porque después de nueve meses esperando la que ahora es mi hija, cayó a mis manos un segundo proyecto de vida que me ocupa la mitad del día. ¡Llegó a casa de manera inesperada, un poco como aquellos partos en los que, por sorpresa, el médico empieza a llamar, ‘espera, espera, que viene uno otro!’ y sin casi poder digerirlo, te ponen a un bebé en cada brazo y, ‘ave!, que la vida te da estas sorpresas’.
Y perdonad que todavía no os haya presentado a los pequeños: la una, se llama Irene, como la madrina del pueblo, una mujer incansable, trabajadora y enamorada de su casa; y el otro, se llama FAX, que de entrada es un nombre extraño, pero es el nombre que decidió ponerle a su padre en memoria al antepasado ya desaparecido, que tanto buen recuerdo dejó entre los que llegaron a verlo. Quizás en algunos os parece exagerado que compare el nacimiento de un hijo con el nacimiento de un programa de televisión, pero además de llegar al mismo tiempo, los dos han supuesto un cambio de vida de 180 grados. Con el bebé, por motivos obvios, y con el programa, porque comportó el retorno a Cataluña -hacía tres años que vivía y trabajaba en la Andorra de los youtubers-, con una mudanza ‘exprés’ que espero no tener que repetir nunca más.
Con el bebé me ha cambiado la vida 180 grados, y El Fax de 8tv me ha comportado el retorno a Cataluña con una mudanza 'exprés', después de tres años trabajando en la Andorra de los 'youtubers'
Ahora, como madre por partida doble, me encuentro con el dilema que tienen todas las madres del mundo: repartir mi tiempo sin que nadie quede desatendido. Y, como todas las madres del mundo, cuando me tengo que marchar de casa me siento mala madre de Irene, y cuando me tengo que marchar del trabajo, me siento mala madre de El Fax de 8tv. Supongo que una tiene que aprender a convivir con este sentimiento, y tiene que entender que, según el día, el uno o la otra requerirán de más atención. ¿Pero hasta qué punto sólo yo lo tengo que entender? ¿Nuestro entorno laboral está preparado para aceptar, sin fruncir el ceño, que un día no queramos ir a trabajar porque nuestro hijo tiene vómitos? ¿O por qué me tienen que hacer sentirme mal si interrumpo la baja de maternidad para ponerme al frente de un proyecto como El Fax de 8tv?
Algunos todavía se empeñan en hacernos escoger entre una cosa o el otro. Si quieres ser una empresaria exitosa, tendrás que renunciar a los hijos; para ser una madre entregada, no podrás desarrollar tu carrera. Y aunque todavía llevo colgada la L de novata, la maternidad me ha permitido entrar en un nuevo universo de mujeres trabajadoras que, con su complicidad, me hacen ver más minutos en el reloj.