Opinión
Ernest Benach
OPINIÓN

MUSICALES EN CATALÁN

Este sábado pasado, la actriz Emma Vilarasau recomendaba al Col·lapse que la gente tenía que ir más a menudo al teatro. Y tiene razón, toda la razón. Recuerdo ya hace un grupo de años representaciones casi clandestinas en el Teatro del Bravium de Reus con Dagoll Dagom y “No hablaré en clase”, hacia 1977, y obras en el Bartrina, en el Fortuny, pero también en las calles, con nombres consagrados del teatro catalán. Aquellos momentos en que Comediants hacía las calles nuestras para siempre, y la Fura dels Baus nos rompía esquemas. Recuerdo la Noche de Sant Juan a la plaza del Castell, con el campanario de testigo, y también haberlo visto por Sant Fèlix en Vilafranca. Y tantas y tantas obras en los teatros de Barcelona, Madrid, París o Londres. En el Nacional, en el Lliure en todas las salas públicas y privadas que hacen de Barcelona una referencia cultural.

Pero el buen teatro no se acaba ni mucho menos en Barcelona. Por suerte tenemos un país bien servido en infraestructuras teatrales (siempre se puede aspirar a más, por descontado) pero hay muchos casos de éxito que a menudo no tenemos presentes y forman parte de este entramado cultural que, como se dice popularmente, alimenta el alma. He hablado de Reus que además de los teatros tiene dos festivales de referencia, pero podríamos hablar de tantas y tantas ciudades del país que hacen lo imposible por mantener programaciones estables e incluso poder disfrutar de producciones propias. Pensad en Girona, por ejemplo.

Tenemos un país bien servido en infraestructuras teatrales, pero hay muchos casos de éxito que a menudo no tenemos presentes y forman parte de este entramado cultural que, como se dice popularmente, alimenta el alma

Todo eso viene a cuento porque no hace muchos días que leí un hilo de tuits de la actriz Mercè Martínez en relación con los musicales que se hacen y se ven en el país. Ahora mismo, Golfus de Roma es una de estas grandes producciones que está en cartelera y que merecería mucha más atención, también, por parte de nosotros, de los espectadores.

Nos hemos acostumbrado a poder disfrutar de grandes superproducciones que acostumbran a formar parte de algún circuito, y que son brillantes. Ejemplos en tiempos recientes hay muchos, y la inmensa mayoría, éxitos de taquilla y crítica. Pero también es cierto que el musical en catalán ha ido perdiendo comba, y acaba siendo residual dentro de la oferta teatral del país. Y no será que no haya teatros, actrices y actores, directoras y directores, productores, directores musicales, músicos..., Tenemos de todo y de mucha calidad. ¿Qué falla pues? Vuelvo a la experiencia personal. He visto todos los musicales de Dagoll Dagom desde aquella mágica Antaviana hasta el “T'estimo si he begut” con las T de Teatro, de CaldersEmpar Moliner. Pero el musical en catalán va más allá de Dagoll Dagom. El Petit Príncep de l'Àngel Llàcer y Manu Guix es otro caso de éxito, y como estos muchos otros que con el paso de los años han ido creando una base sólida. Y ahora, Mercè Martínez reclama la atención sobre otra gran producción de un musical en catalán, en un momento en que hemos tenido una buena racha de musicales de mucha calidad y con un éxito de público evidente, pero la mayoría de los cuales en castellano.

El musical en catalán ha ido perdiendo comba, y acaba siendo residual dentro de la oferta teatral del país

Normalizar el catalán es evidente que depende de las instituciones, de unas leyes que lo favorezcan aquí y no lo impidan allí, depende también que los jueces se abstengan de intervenir en la educación, y de tantas cosas que dependen de las administraciones..., pero también de nosotros, de actitudes personales, Hablarlo con normalidad, consumir cultura, es decir música, teatro en catalán, medios de comunicación y literatura en catalán..., En definitiva, trabajo de todo el mundo y cada uno a su nivel y con su responsabilidad. Mientras tanto, si me permiten el consejo, no se pierdan Golfus de Roma. Un espectáculo brutal, que se dice.

Categoría: Opinión