Opinión
Ernest Benach
opinión

Jaume Camps

El viernes por la noche el amigo Cesc Baltasar me envía un mensaje breve y contundente: “se ha muerto Jaume Camps”. No sabemos nada más. Muy pronto reacciones de los compañeros de La Barberia. Sobrequés pide más información, Pitu responde con detalles... La tristeza es evidente en todos juntos. Jaume se hacía querer. Enrique Lacalle hace una glosa para La Vanguardia del día siguiente. Nos la comparte. Me sabe muy mal, pero no puedo ir al funeral de ninguna de las maneras... 

Conocí a Jaume Camps el año 1992, para mí todavía no era época de la Barbería. El año de la Barcelona olímpica fui elegido diputado en el Parlamento y aunque era una figura conocida, el cierto es que el presidente de la Comisión Primera y convergente de proa, a pesar de su barba progre, imponía. Jaume, entre muchas otras cosas, fue un parlamentario brillante, y su huella quedó registrada en muchas leyes troncales del país. Jaume dominaba como pocos la escena parlamentaria: formas, fondo y contenido.

Jaume Camps fue un parlamentario brillante, y su huella quedó registrada en muchas leyes troncales del país. Dominaba como pocos la escena parlamentaria

Estrechamos relación a partir de mi incorporación en La Barberia. Recuerdo que debuté el 5 de septiembre de 1994, y desde entonces, fui partícipe de uno de los pequeños milagros de la política catalana (y del arte de la tertulia): cinco políticos de ideología y militancia diferente y diferenciada, unidos por los colores azulgranas, más un perico militante, actor genial y célebre, y dirigidos por uno de los grandes del periodismo del país, daba como resultado una tertulia que pivotaba sobre el Barça, pero iba hasta donde hiciera falta.

La polémica estaba más que servida, pero la amistad era bien real, no era una cuestión de guardar las formas porque estábamos en la tele. Las discusiones entre los Jaumes eran de las que creaban afición. La Barberia marcó una época y así lo retrató el también añorado Joan Barril cuando la definió así de bien: “La Barberia fue el declive del insulto y el triunfo de la democracia”. En definitiva, la diversidad era un valor y la diferencia era respeto. La vida, a veces, te ofrece momentos y situaciones que te marcan para siempre. La Barberia nos marcó a todos los que, de alguna manera u otra, pusimos nuestro granito de arena.

El programa de tv La Barberia marcó una época y así lo retrató Joan Barril: “La Barberia fue el declive del insulto y el triunfo de la democracia”

Mientras escribo estas rayas dejo que suene Il Barbiere de Seviglia de Rossini... Y entra Figaro, con el Largo al factótum della città, que era la sintonía de introducción del programa y se amontonan los recuerdos, los momentos, algunos de bien hilarantes, las conversaciones apasionadas, pero también las más íntimas, confidencias incluidas, las discusiones políticas y el Barça siempre presente. Y pienso, inevitablemente, con el gran Carles Canut, que en septiembre ya hizo cuatro años que nos dejó y pienso en Jaume Camps i Rovira, diputado que fue del Parlamento de Catalunya, miembro del Consejo Consultivo, jurista de prestigio, culé insobornable y patriota de piedra picada. ¡Un abrazo allí donde seas, Jaume!

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