Opinión
Joan Salicrú
opinión

Catalunya celebra la victoria de Marruecos. ¿Catalunya?

Catalunya celebró este martes por la noche la victoria de la selección de Marruecos, al mundial de Qatar. ¿Cómo? ¿Qué quieres decir? ¿Los independentistas estaban contentos por la agónica derrota de La Roja, verdad? No, quiero decir que, teniendo en cuenta que decenas de miles de personas que viven en nuestra casa han salido esta noche del martes por las calles de Manresa, Barcelona o Mataró a festejar la victoria de Marruecos, podríamos usar sin ningún tipo de rubor esta generalización que haríamos sin duda si unos cuantos millares de aficionados del Barça tomaran nuestras plazas mayores. En este caso hemos titulado mil veces: “Catalunya celebra la victoria del Barça”. ¿Por qué no entonces “Catalunya celebra la victoria de Marruecos”?  

No tenemos que esconder la cabeza bajo el ala: el motivo es que los que hace más tiempo que vivimos aquí todavía no lo tenemos interiorizado, no tenemos asimilado que una parte de nuestra población tiene su adscripción nacional, a más de un millar de kilómetros de aquí, a un país y una cultura tan diferentes de “la autóctona”. No lo tenemos interiorizado, ni normalizado y hasta ahora diría que prácticamente no nos habíamos querido ni enterar. Ni saberlo, que se sentían sobre todo marroquíes.

Catalunya celebra la victoria de Marruecos. El motivo es que los que hace más tiempo que vivimos aquí todavía no tenemos asimilado que una parte de nuestra población tiene su adscripción nacional a más de un millar de kilómetros de aquí

Supongo que, de la misma manera que durante muchos años el sentimiento de españolidad estuvo voluntariamente anestesiado por la inmensa parte de la comunidad castellanohablante de Catalunya y eso daba más amplitud de la cuenta a la sensación de catalanidad, también con los magrebíes hasta ahora nos ha sido cómodo no ver una manifestación tan explícita de esta tercera adscripción nacional que existe a nuestra casa y que es francamente quantiosa.

“Es bueno que estos que viven con nosotros celebren con tanto entusiasmo la victoria de un país vecino, tan alejado del nuestro”?. “Es que no se sienten lo suficiente de aquí, todavía”?. No, claro está, la mayoría se sienten poco de aquí; ni muy catalanes ni muy españoles sino sobre todo marroquíes o hijos de marroquíes. Darnos cuenta de eso nos inquieta: saber que entre nosotros, entre “los catalanes”, hay diferentes intensidades nacionales y adscripciones a otras identidades que no tienen nada que ver con la catalanidad, nos provoca dudas.

Y no sabemos qué hacer, tampoco. ¿Los tenemos que obligar a integrarse más? ¿Los tenemos que escuchar más tal como son? Y enseguida el miedo, el miedo a “ser superados” por los recién llegados: ¿dónde queda Catalunya y la catalanidad en medio de esta nueva realidad?  

No tengo respuestas, evidentemente. De momento lo único que tengo claro es que lo que ha pasado este martes es verdaderamente histórico. Es la primera vez que vemos una celebración con todos los ets y los uts por parte de estos nuevos catalanes que... tanto nos cuesta aceptar que tienen que poder ser catalanes, si ellos lo quieren. Una celebración festiva, sin incidentes destacables, y por lo tanto –contra lo que muchos insinuaban, “ya verás la que se va a liar, ya...”- que habrá sido eso, simplemente una celebración, una fiesta.

¿Por qué debe ser que simplemente la posible celebración de la hipotética victoria por parte de la comunidad magrebí establecida en nuestra casa nos genera recelo? Días antes del partido me encuentro por la calle con el poeta mataronense Juan Carlos González, que desde hace cinco años vive en el Raval, en Barcelona, y por lo tanto, sabe de qué habla. Ante mi pregunta, me responde: Es que tenemos miedo, en general. Nadie nos ha preguntado si queríamos venir a vivir en este mundo y la reacción natural es tener miedo delante de cualquier cosa”. ¿Pero incluso que otro celebre, pacíficamente, positivamente, una cosa que a mi no me genera ningún problema? “Sí, tenemos miedo de todo”.

Es la primera vez que vemos una celebración con todos los ets y los uts por parte de estos nuevos catalanes que... tanto nos cuesta aceptar 

Puede ser. Vaya, ya se ve que sí, que nos da miedo, a un determinado sector de la sociedad catalana –ya me pongo yo en primera línea, no sufran- ver cómo se celebran “cosas” que no son las habituales. No estamos acostumbrados. Todavía nos pensamos que todo el mundo es del Barça y como mucho que hay alguno “díscolo” del Español. Pues no. Tenemos de todo: tenemos gente del Barça y del Español, fans de la selección catalana y de La Roja, partidarios de la selección de Marruecos... y ecuatorianos que debieron celebrar la victoria contra la misma Qatar también ahora hace unos días.

Pues ya está. Tenemos que aceptar lo que somos realmente (después ya veremos cómo lo gestionamos); tenemos que aceptar que Catalunya es también eso. Todavía diría más, como los Dupont: Catalunya es la yuxtaposición de todo eso, de todos estos sentimientos. Con todo eso, con todos estos sentimientos, nos falta, de nuevo, construir un proyecto colectivo -no sé si bajo la fórmula de “un solo pueblo” que el Procés ha pervertido- que tenga como sujeto una comunidad diversa, plural, que se reconoce como tal, pero a pesar de todo se afirma como un cuerpo conjunto.

¿Muy difícil? Dificilíssim, pero no hay alternativa. Las otras experiencias (el asimilacionismo francés o la multiculturalidad norteamericana) no traen a ningún sitio. O sí: a la polarización extrema y a menudo al caos y al enfrentamiento civil.