Opinión
Gemma Zabaleta
opinión

Una ventana de buen tiempo

Cuando las expediciones de alta montaña se aprestan a escalar alguna de sus emblemáticas cumbres en situaciones climatológicas adversas y en un momento determinado se abre un claro, un espacio de tranquilidad atmosférica, a este momento los alpinistas lo denominan “una ventana de buen tiempo”. 

Es como yo definiría la apertura de un espacio de diálogo entre Catalunya y España. Una apuesta por devolver el conflicto político al ámbito del que nunca tuvo que salir: el de la resolución democrática de los mismos por vías pacíficas; en definitiva, devolverlo al espacio de la política. Un espacio en el que sobran la represión, las amenazas, la unilateralidad y la judicialización del conflicto.

La obertura de un espacio político de diálogo entre Catalunya i España nunca debería de haber salido de las vías pacíficas

Frente al escepticismo que acompaña a la mesa de diálogo, quisiera hacer una apuesta por lo mejor que ha tenido y sigue teniendo la política, que es, si no, la solución definitiva de los conflictos, al menos el encauzamiento de los mismos a través de un diálogo sin prejuicios. Un diálogo entre lo real, lo que tenemos y lo que es posible alcanzar, considerando que tan legítimas son las normas y leyes de que disponemos en la actualidad como las que pudiéramos tener en un futuro fruto de los pactos y acuerdos que se puedan alcanzar.

No es la primera vez que se ensaya un diálogo resolutivo sobre la conflictividad territorial del Estado. Imanol Murua Uría describe en su libro El triángulo de Loyola las doce reuniones secretas celebradas entre septiembre y noviembre del año 2006, en el que participaron delegaciones de tres formaciones políticas al más alto nivel: PNV, PSE-PSOE y Batasuna. El objetivo del diálogo: Acordar unos principios políticos y una metodología para la resolución del conflicto político vasco. Como bien describe Imanol Murua —y así aparece en los diferentes textos que el autor hace públicos— eran objeto de negociación principios tan importantes como el reconocimiento de la identidad nacional vasca o la aceptación de que la legalidad vigente no debiera ser un límite a la voluntad mayoritaria de la sociedad vasca que debiera tener su reflejo en los ordenamientos jurídicos, contemplándose también la posibilidad de celebración de uno o varios referéndums. 

No es la primera vez que se ensaya un diálogo resolutivo sobre la conflictividad territorial del Estado. Los vascos acordaron unos principios políticos y una metodologia para la resolución del conflicto 

¿Puede ser útil para Catalunya un marco semejante, capaz de encauzar el conflicto político y situarlo en una senda de solución sostenible?

Creo que merece la pena explorarlo y apoyarlo sin fisuras, especialmente desde la sociedad civil, necesaria para blindar este proceso, porque las fuerzas contrarias al diálogo, esas, llevan ya mucho tiempo organizadas.

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