Opinión
Jordi Cabré
opinión

¿“Concordia” o secuestro?

La concordia tiene nombre de avión francés, de plaza en las Corts, de ateneu popular y de pensioncilla cerca de una estación de tren en el Maresme. La concordia es muy diferente si se plantea por una parte o por la otra, de la misma manera que “respetar la democracia” es exactamente el mismo que defienden los independentistas y los unionistas y al mismo tiempo es todo lo contrario. La concordia tiene la forma de quien lo menciona. “Todos los proyectos catalanes de concordia con España han fracasado”, dice Borja de Riquer cuándo habla de su última (e impecable) biografía de Cambó, y hay que tener presente que el político escribió “Por la Concordia” entre dos dictaduras. La concordia está muy bien, pero Usted quién es. La concordia, perfecto, pero Usted de dónde es. La concordia es como el federalismo, una icaria tan perfecta como la cuadratura de un círculo. Cuando muchos, lo que querríamos, es la circularidad del cuadrado.

Nos impondrán una votación que no hemos pedido, un Estatut que ya no queremos y una fórmula que no ha encabezado ninguna manifestación. Y, por último, la concordia es un chantaje

Ahora han decidido que concordia, y punto. Da igual si el 80% de la ciudadanía catalana cree que la solución más civilizada es votar el extremo controvertido, han decidido que eso no se puede votar y que la concordia pasa por votar otra cosa. Un nuevo “acuerdo” autonómico, porque la alternativa no la consideran un buen “acuerdo” y los pone violentos: una amenaza en toda regla, vaya. Olvidan que la votación del Estatut no llegó ni al 50% del censo. Por eso, la “concordia” que se quiere imponer se parece al nuevo nombre del aeropuerto del Prat, concordial y autonomista, pero en ningún caso consultado a nadie. 

Da igual si el 80% de la ciudadanía catalana cree que la solución más civilizada es votar el extremo controvertido, han decidido que eso no se puede votar y que la concordia pasa por votar otra cosa

La concordia tiene forma de “trágala”, de despotismo ilustrado, de tratamiento médico contra quien no está enfermo. La concordia es el ibuprofeno de Iceta, el desinflamador de suflés, el hombre que ve que todo el mundo excepto él está loco o conduce contra dirección. El menú concordial que se nos prepara son una ensalada verde cuando hemos pedido macarrones, es el “mejor amigo” que en realidad querría dar un beso a la chica, es el agua en el vino o la receta de manzanilla para una víctima que se desangra. Nos impondrán una votación que no hemos pedido, un Estatut que ya no queremos y una fórmula que no ha encabezado ninguna manifestación. Y, por último, la concordia es un chantaje: si no hacéis eso, no habrá ninguna concordia posible. Todo porque no los da la gana que los catalanes, los de un lado y los de la otra, decidimos si queremos marcharse de España o no. Que sería la única cosa que, incluso con una propuesta de Estatut, podría parecerse a una libre concordia: poder localizar claramente, como mínimo, la puerta de salida.

Categoría: Opinión