Opinión
Jordi Cabré

Junts y el diálogo

Cuando PSOE y ERC bailan su baile, es lógico que Junts se pregunte si le ha tocado la escoba. Cuál es su papel: ¿fiscalizar este “diálogo”, siendo espectador crítico, o bien denunciarlo desde el principio y negar la mayor? El PSOE intenta dar señales de voluntad reformista, con aquel estilo Zapatero del famoso “apoyaré”, pero una cosa es dar señales y otra cosa es circunscribir el conflicto a reformas penales (y reírse de los “acuerdos de claridad” del presidente Aragonès). Es como la nueva magistrada del TC, María Luisa Segoviano, que se muestra abierta a hablar de todo, pero ya avisa de que difícilmente las conclusiones variarán. Me parece que no nos hacen falta muchos más spoilers.

Ante este panorama, que no es en absoluto el de la muerte del proceso (solo un mal médico confunde a un muerto con uno anestesiado), Junts corre el riesgo de parecer un pitufo gruñón si se limita a formular objeciones sin ofrecer propuestas alternativas. Aunque, en efecto, conserva uno de los ases mejor guardados de esta larga partida de póquer (las sentencias europeas y el factor Puigdemont), se diría que Junts ha decidido dejar hacer. Como ya sucedió con el Estatuto impulsado por el tripartito, no es mala decisión la de esperar el momento en que la farsa se destape del todo (no olvidemos que el TC era entonces de mayoría “progresista”). Diría que es la apuesta más inteligente, pero eso obliga a definir el “mientras tanto” y eso no es fácil para ningún partido en la oposición.

Hoy por hoy tenemos uno “mientras tanto, las municipales”. De acuerdo, pero el calendario y la agenda del conflicto nacional continúa en manos del baile PSOE-ERC.

Un buen ejercicio sería el de preguntarse el siguiente: ¿tanto en caso de que hubiera ganas verdaderas de Pedro Sánchez de facilitar una salida para el conflicto catalán, como en caso de que no hubiera, el papel inteligente es el de creer o no? ¿Se le da el beneficio de la duda? No puedo dejar de mencionar aquí una cita de Hemingway que a mí personalmente me ha servido muchísimo: “la mejor manera de saber si puedes confiar en alguien, es confiando”.

Junts me recuerda a veces la Acció Catalana de los años 30, que, habiendo nacido de una escisión de los conservadores de la Liga, se encontró de golpe alejada del poder. Si en caso de que decidió sumarse al Pacto de San Sebastián, teniendo incluso un ministro en el Gobierno.

¿De qué sirvió, todo aquello? Obtener la autonomía parecía muchísimo el año 31, como lo debió parecer el año 78 durante la operación Tarradellas. La pregunta es de qué sirve ahora dialogar con las izquierdas españolas. El último antecedente fue Zapatero, con quien incluso Artur Mas acabó negociando el Estatuto. Ahora parece que Junts no quiere formar parte de ningún diálogo si no tiene que resolver el secular conflicto a través de la autodeterminación. Creo que, en estos momentos de la partida y con cartas todavía para enseñar, es su mejor opción.

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