Opinión
Jordi Cabré
Tiempo de lectura: 4 minutos
opinión

Pujol, Febrero 2023

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El mismo día que Ada Colau rompía unilateralmente la hermandad de Barcelona con Tel Aviv, demostrando no solo que tiene muchos nervios en la carrera electoral sino que, además, no le importa un rábano la resolución del conflicto entre Israel y Palestina, Jordi Pujol presentaba la reedición de "Desde las colinas al otro lado del río" en la librería Ona y nos hablaba, bastante, de las heridas de la Guerra Civil y la necesidad de ser un solo país. A Pujol le preocupa que la nación se rompa, y cree que eso puede comportar bajar las revoluciones del motor. También, evidentemente, admitió haber fallado en varios aspectos y confesó sentirse tentado por la tristeza. Pero, a pesar de todo, mostró una sólida fe en la vitalidad del país. No confianza, no exactamente esperanza, sino fe.

No sirve de nada romper relaciones con Tel Aviv de cara a la galería. De chiquilladas, sinceramente, creo ya hemos tenido lo bastante

Todo el acto venía impregnado de un profundo aroma cristiano, de perdón, de humildad, de sacrificio. Pero la cuestión es determinar si los pecados, y su correspondiente infierno en forma de herida y de crítica, pueden servir para salir adelante. "Desde las colinas al otro lado del río" era, en este sentido, un libro necesario el año 1978 y lo es también ahora. Para reñir a toda una generación, sí. Pero también para empezar a concentrarse en las virtudes y posibilidades del país, y no en sus miserias. Así como nosotros (en general) decidimos un día, erróneamente, concentrarnos solo en las miserias de Pujol.

Es bueno que existan bufones y abogados del diablo que saquen toda la mala sombra acumulada durante los últimos años (especialmente los años del "proceso") y denuncien los errores cometidos. Cada uno sabe lo que sabe hacer y hay gente lo bastante experta en decir que todo es un desastre. Incluso creo que, en ciertas dosis, estas contribuciones pueden ser higiénicas e incluso me parecería extraño que no existieran. El mismo Pujol también señalaba en su libro de juventud (con mucho más estilo) las miserias de la generación precedente, y los vicios de la suya misma, con una mala leche despiadada. Es lógico que muchos lo hagan con el presidente, y también con los presidentes que lo siguieron. Pero la clave del libro no es el señalamiento de los errores generacionales, que está, sino la construcción de una esperanza. Saliendo de la presentación, uno de sus hijos se me lo llamaba: "el problema es que mi padre de joven no soportaba tanta mediocridad, pero no entendía, ni entiende todavía mucho, que el 99% de los mortales somos mediocres".

El libro engancha con aquel conocido costumbre que tenía el presidente reñirnos, de hacernos apuntar arriba, de no conformarnos con los vestidos de lentejuelas y ser enfermizamente autoexigentes. Pero después, una vez asumida que no todo el mundo puede ser Mozart y que la mayoría de los que cruzan serlo no llegan a ser ni Salieris, una vez sabido eso, de lo que se trata es que todo el mundo construya en la misma dirección y haciendo lo mejor que sepa hacer. Lo que saben es remover las toxinas, pues adelante. Pero todo el mundo, más mediocre o menos, tiene que ser finalmente invitado a la esperanza. Es lo bastante visible que precisamente esta asignatura es la que todavía nos falla hoy. Ahora nos haría falta, para entendernos, alguien capaz de escribir de aquella manera. De escribir como “lo que escribe”.

A Pujol le preocupa que la nación se rompa, y cree que eso puede comportar bajar las revoluciones del motor. También admitió haber fallado en varios aspectos y confesó sentirse tentado por la tristeza

Recuerdo bien un fragmento del libro: aquel en que decía alguna cosa parecida en que "hay una manera infalible de no fallar el tiro, que es apuntando hacia abajo." De eso se trataba durante los años sesenta y de eso se trata ahora, de no recrearse en la mierda existente, sino de elevar el tono y aportar alguna cosa útil. ¿Y tú, ahora que sabemos que todo es un desastre, qué piensas hacer? Sí, ya lo sabemos, pensamientos decir que todo muy mal. ¿Pero qué más? Yo he decidido dejar de interesarme por quien vuelva a recordarnos nuestros múltiples defectos. Ha dejado de importarme nada de lo que digan, tengan razón o no. No sirve de nada, como no sirve de nada romper relaciones con Tel Aviv de cara a la galería. De chiquilladas, sinceramente, creo ya hemos tenido lo bastante.