Opinión
Jordi Cabré
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¡Y ahora, el acuerdo de claridad!

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Después de las exitosas negociaciones para reformar el Código Penal, que demuestran la absoluta necesidad que había de hacer una “mesa de diálogo entre gobiernos” y obtener las máximas compensaciones posibles por la dependencia del PSOE hacia sus socios parlamentarios, ahora ya podemos estar seguros de que la negociación de un acuerdo de claridad para poder votar el futuro de Catalunya pinta de aquello más bien.

Tanto si se trata de un referéndum de autodeterminación (que el presidente Aragonès todavía no descarta) como si se trata de un nuevo Estatuto, la fuerza negociadora mostrada en esta nueva configuración de los delitos penales es altamente tranquilizadora. Podemos empezar, sin ningún tipo de miedo, la nueva fase: la negociación de un acuerdo de claridad con los de Pedro Sánchez. Con los mismos que, día sí día también, restriegan en la cara de ERC el reciente resultado: “ya dijimos que hubo delitos”. Y como bonus trackahora sí que Puigdemont puede venir a rendir cuentas”.

Me pregunto qué toca a partir de ahora. Y me pongo en la piel de todo el mundo, y me doy cuenta de que la situación es doblemente complicada: sencillamente porque ERC no puede levantarse de la mesa. Primero, no se pueden levantar porque ellos mismos llevan meses y meses diciendo que la comunidad internacional se lo exige. En segundo lugar, no se pueden levantar porque todavía no se ha acabado la legislatura y, como Collboni con Colau, ahora quedaría muy feo abandonar a los socios pocos meses antes de las elecciones generales. No “cuela”, vaya. Sin embargo, en tercer lugar, y sobre todo, no se pueden levantar porque no tienen ninguna razón para hacerlo. El PSOE se ha limitado a negociar con sus cartas, y le ha salido mejor. No hay nada más que decir, no se vale hablar de trampas, simplemente se han estudiado mejor la ley, el lenguaje de las endemoniadas ambigüedades y las conexiones entre delitos. Todo el resto lo han hecho los tribunales, pero aquí quien lo ha servido en bandeja es el legislador. Y el legislador es, en buena parte, ERC. Por lo tanto, levantarse de la mesa sería tanto como reconocer el mismo fracaso negociador. Las mismas limitaciones. Las mismas debilidades. No sucederá.

Con mayor comunicación, los negociadores independentistas habrían tenido más información y mejor criterio delante del trilerismo socialista

Escribo eso con tristeza, porque creo que con mayor unidad independentista los resultados habrían sido infinitamente mejores. Y cuando digo unidad no me refiero a volver a gobernar juntos (o no solamente), ni compartir la mesa (para hacer eso habría que levantar algunos vetos), sino simplemente comunicarse. Con mayor comunicación, los negociadores independentistas habrían tenido más información y mejor criterio delante del trilerismo socialista. El drama del independentismo no es la división de estrategias, sino el antagonismo de intereses y los consiguientes silencios. La desconfianza, que deriva en falta de comunicación. Y, por lo tanto, deriva en un empobrecimiento, en un debilitamiento, en un mal uso de cualquier herramienta. Escuchar el criterio de los otros, no fuera que estuvieras a punto de darte una buena hostia, ayuda en la vida. Como decía, lo peor es que eso ahora mismo tiene difícil rectificación. Si como mínimo ha servido para abrir los ojos a los independentistas que se han dado cuenta del callejón sin salida donde nos hemos (o nos han) metido, ya será mucho. 

El drama del independentismo no es la división de estrategias, sino el antagonismo de intereses y los consiguientes silencios

Sí, supongo que hemos tocado fondo. Que sirva para empezar a hacer alguna cosa diferente.

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