Opinión
Jordi Cabré
Tiempo de lectura: 3 minutos
opinión

Laura & Laura

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Lo que hemos visto estos meses de juicio ha sido tan esperpéntico, tan fuera del normal, tan irregular, que a veces me preguntaba si lo que estábamos juzgando eran irregularidades administrativas o bien irregularidades judiciales. Todo el mundo ha visto el exceso, la hipérbole, la exageración de la sentencia y del procedimiento, y si no se ha visto se verá en el recurso (o recursos) que serán presentados. No corresponde hacer ahora la lista de razones para denunciar este procedimiento y su resultado, las dos cosas, a todas las instancias donde corresponda: pero sí que creo que todo el mundo ha podido ver, incluso aquellos que detectan en Laura Borràs una dudosa actuación administrativa, la aplicación de un derecho hecho a medida de la penalización del independentismo.

Hace demasiado tiempo que Laura Borràs es un juicio, pero me preocupa todavía más de lo que hace demasiado tiempo que el independentismo es un juicio

Sí: creo que el independentismo está prohibido en España. No formalmente, pero sí de facto. Otra cosa es que eso se pueda mantener así durante mucho tiempo sin caer en la contradicción de ser una supuesta “democracia llena”.

Después viene la política. En este sentido, Laura Borràs me recuerda demasiado a menudo a todo el independentismo: si bien tener razón puede servir para ganar causas ya sea en el ámbito español (casi nunca) como en el europeo (casi siempre), después siempre llega el turno de volver al patio. No de explicar los problemas a la seño, no de buscar el indulto del toro sino de enfrentarse con el torero o con los que hacen bullying.

Hacerse respetar, seduciendo, siendo mejores, haciendo crecer al grupo, ganando. La política no se cuenta por condenas o absoluciones, sino por aciertos o errores. El independentismo pronto tendrá que salir de este refugio en la persecución judicial, o política (aunque tenga todo el derecho a defenderse, solo faltaría, porque de hecho tiene el deber), y empezar a acertar en el tono y en los resultados. 

Hace demasiado tiempo que Laura Borràs es un juicio, pero me preocupa todavía más de lo que hace demasiado tiempo que el independentismo es un juicio. No podemos ser los principales adictos al judicializar la política, simplemente porque España nunca falla.

Que todo el mundo dentro del independentismo se mire en el espejo y se pregunte cómo puede dejar de equivocarse, y cómo puede volver a hacer que este movimiento sea respetado por defensores y también por detractores

Personalmente, en este aspecto, he decidido esperar qué dicen las próximas sentencias europeas y entonces ponerme a exigir un claro retorno a la buena acción política. Ya lo tenemos, chicos: sentencia favorable, o no tan favorable. ¿Y ahora qué? Ah, no, ya no es suficiente con decir que tenemos razón o que nos persiguen. Ya lo sabemos de hace tiempo, que somos el toro. Ahora lo que toca es acertar. Y acertar quiere decir, obviamente y no tan obviamente, dejar de equivocarse y obsesionarse en aquella capa roja que mueve.

Que todo el mundo dentro del independentismo se mire en el espejo y se pregunte cómo puede dejar de equivocarse, y cómo puede volver a hacer que este movimiento sea respetado por defensores y también por detractores. Porque el tema nunca ha sido tener razón, sino hacerse respetar en el patio. No buscar el indulto de los jueces, sino clavar el cuerno eficazmente en el señor del traje de luces. Lo cual pide mucha más inteligencia, paciencia, acierto, sentido de la oportunidad, capacidad de suma, olfato y arte que el simple hecho de tener razón.