Claridad

Como era más que obvio, el acuerdo de claridad que propone Pere Aragonès, presidente de la Generalitat, para resolver el conflicto político con el Estado español ha sido valorado de todas las maneras habidas y por haber, excepto de positivas. 

Cualquier opción que no sea el acuerdo con el Gobierno para poder decidir el encaje o no encaje de Catalunya en España es querer mantener el engaño

Algunos lo han rechazado y descalificado porque son más españolistas que la cabra de la Legión, y otros, porque para sobrevivir y vivir de la política necesitan explotar hasta la náusea aquello que los poetas han nombrado “confrontación inteligente”, que no es otra cosa que hacer ver que se es lo que no es como, por ejemplo, el llamado “Consejo de la República”. Alerta con el “de”, que ya te indica que no es una “institución” por intentar gestionar el presente, sino que ya es más realismo mágico que el Coronel Aureliano Buendía. 

Es de agradecer que ERC siga esforzándose, en medio de insultos y de descalificaciones, por proponer salidas al conflicto político que nos paraliza desde hace muchos años. El Gobierno y sus franquicias en Catalunya se sacaron muy deprisa de encima la propuesta de Pere Aragonès. 

En Junts y, evidentemente, en Waterloo, tampoco se quedaron cortos. 

Muy bien. Fantástico.

Ahora, hacemos un pequeño ejercicio. Se hacen las elecciones españolas. Y Sánchez vuelve a necesitar los votos de ERC. 

¿A ver, sinceramente, aunque pedir eso en política sea muy naif, cuántos hiperventilados y no hiperventilados pensaban que habría los indultos, la derogación de la sedición y la reforma de la malversación? Pues, eso.

Seguir alimentando, hoy, después de lo que se ha vivido, cualquier opción que no sea el acuerdo con el Gobierno para poder decidir el encaje o no encaje de Catalunya en España es querer mantener el engaño para satisfacer todos los intereses que se quieran excepto los de conseguir la independencia. Sí, las cosas claras. 

¿Quieren más poesía? El “Consell per la República” ha hecho un llamamiento a la “desobediencia fiscal”. 

Es de agradecer que ERC siga esforzándose, en medio de insultos y de descalificaciones, por proponer salidas al conflicto político que nos paraliza desde hace muchos años

Iría bien que, cuando se acabe el periodo de la declaración de la Renta, Waterloo nos explicara cuántos catalanes lo han hecho. A partir de aquí, quizás, alguien pensará en aquello de la correlación de fuerzas. O quizás habrá algún filósofo en Bélgica que nos dirá que la realidad es solo un espejismo.