Opinión
Eduard Pujol i Bonell
OPINIÓN

El león que maúlla

No me gusta la ortodoxia. Debutar en el principal.cat y no apelar ni a Salvador Espriu ni a los clásicos griegos, seguro de que penaliza. Pero todavía debe penalizar más recordar que en el parque de la Ciutadella destaca la presencia de un mamut y que las fieras del Zoo son vecinas del hemiciclo.

Si la política es el gesto, romper un gobierno es de las cosas más bestias que puede haber. Un bye bye ruidoso tiene una enorme bastante simbólica. Tanto, que en Catalunya no se había visto nunca. Dejar de lado la fineza florentina, para acabar en un cuerpo en cuerpo salvaje es un relato que sólo satisface los hooliganismos de Twitter. Pocas veces se ha visto una ruptura donde todo el mundo pierde.

Conseguir la aspiración nacional de la plenitud filtra entre los dedos de la mano del independentismo y supera, de mucho, el ámbito de Junts

Estos días se dice que Juntos se ha pasado media vida jugando a "el ay que viene el lobo, ay que viene el lobo". Esta afirmación es imprecisa. Aunque esta historia va de animales, la jugada no se explica por la fábula del ‘Pastor mentiroso’, también conocido por 'Pere i el llop’. ¿Que qué ha pasado? Pues que o bien alguien ha pisado sin querer la cola del león -y esta no es la opción- o alguien le ha metido la mano dentro de la boca pensándose que era un gatito inofensivo de pelo agradable como un pijama de franela y tacto de terciopelo. La política nos ha recordado que no hay gatitos que valgan. Desconfiad de los gatos que maúllan. El león ha mordido y la sangre es muy vistosa. Ahora, sin brazo y con un dolor de narices, pensar bien es muy complicado. Conseguir la aspiración nacional de la plenitud filtra entre los dedos de la mano del independentismo y supera, de mucho, el ámbito de Junts.

La cuestión no es de veterinarios, sino de convicciones. De dónde estábamos y de dónde estamos. Se trataba de construir Catalunya y de recorrer el camino hacia la independencia. Se ha abusado de la gesticulación y del Quimicefa. Eso sí, finalmente en Catalunya sabemos que la política post 1 de octubre no era un juego. No se trataba de convertir el Parlament en la hora del patio, en uno y en ti más" repetido y agotador.

Los maestros, sobre todo de los primeros años de primaria, saben que lloverá cuando detectan un sobre conturbación de los chiquillos, especialmente pesados y cargantes los viernes por la tarde. En el Parlament hacía días que el gobierno y sus satélites se habían instalado en un viernes por la tarde permanente de rayos y truenos. Escuchando los unos y los otros, se adivinaban estos aires de tormenta. Jugando jugando ahora sabemos que no era un lobo, era un león. Sólo hacía falta que alguien le pisara la cola y lo obligara a morder. Que nos haríamos daño y acabaríamos en urgencias estaba cantado. Si el león ha atacado porque estaba asustado o si lo ha hecho para convertirse en el único rey de la sabana, es otra historia. De momento, el paciente está en urgencias y el pronóstico, reservado. En la sabana soplan vientos enrarecidos. La arena se alza, el ambiente es terroso y el objetivo, más lejos. Gatos, tigres, leones y cazadores corren cansados, perdidos y con la brújula enloquecida. ¿Dónde está el norte?

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