Opinión
Joan Julibert
OPINIÓN

Contra la desinformación, más periodismo

Desde que los medios de comunicación han perdido el monopolio de la información en la esfera pública, a partir de la irrupción de internet y la posibilidad que otorga para la difusión de todo tipo de comunicación a cualquier actor social, político y económico, el periodismo ha vivido la transformación más importante, seguramente, de su historia

A menudo se ha hablado de la crisis del periodismo o de los medios de comunicación, como si se pudiera equiparar todo tipo de estímulos comunicativos con los que realizamos los profesionales de la información. Con el tiempo la ampliación del ecosistema comunicativo se ha demostrado como la oportunidad para reivindicar precisamente este oficio. La multiplicación exponencial de comunicación no ha comportado una mejor información, sino más bien todo lo contrario. La saturación y un modelo basado en la inmediatez y el consumo vertiginoso ha generado terreno abonado para la desinformación y un control todavía más perverso por parte de los actores políticos y económicos. 

Es por eso que, ahora más que nunca, el periodismo se convierte una necesidad fundamental para preservar el derecho de la información, eje fundamental para la madurez democrática. Los medios a través de su trabajo, aplicando criterios profesionales ligados al rigor y la veracidad, tienen la oportunidad de ser el referente por el contraste de aquello que los otros actores explican.  

Es por eso en lo que, ahora más que nunca, el periodismo se convierte una necesidad fundamental para preservar el derecho de la información, eje fundamental para la madurez democrática. 

Y en este contexto es importante que el panorama mediático sea rico y abundante, capaz de captar todas las sensibilidades y de llegar al máximo de ciudadanía. La pluralidad del sistema mediático es sin duda la mejor herramienta para garantizar la independencia de los medios de comunicación, elemento primordial en la calidad democrática y el control ciudadano del resto de poderes. Y eso explica en gran parte los ataques furibundos que recibe la prensa por parte de aquellos movimientos sociales y políticos que detestan la libertad de información y tienen una noción despótica del poder.  

La calidad democrática de un país se mide con muchas variables, pero hay una que es muy sintomática, la oferta mediática. La privación del derecho de la información a la ciudadanía es un claro signo de estados totalitarios. Por eso es importante que, en los llamados estados de derecho, se garantice una amplia oferta de medios de comunicación, y es buena noticia que profesionales de la información se comprometan a abrir nuevos espacios para el debate público y el periodismo.

La calidad democrática de un país se mide con muchas variables, pero hay una que es muy sintomática, la oferta mediática. 

En Catalunya los últimos meses estamos de enhorabuena con el nacimiento de nuevos medios de comunicación para enriquecer los puntos de vista en esta esfera pública. Porque ante el inmenso flujo comunicativo al que está expuesta la ciudadanía, está bien que los periodistas reivindiquemos nuestro espacio en defensa, no de nuestro trabajo, sino del derecho de la ciudadanía a tener una información trabajada a partir de criterios profesionales. Porque ahora más que nunca, los que nos dedicamos al oficio más bonito del mundo, tenemos que ser conscientes de que una de las principales amenazas para la salud democrática en Europa es la desinformación, y contra ella una buena medicina es más y mejor periodismo.  

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