Opinión
Gonzalo Bernardos Dominguez
Opinión

El harakiri de Junts

En política, casi todo está inventando. No obstante, de vez en cuando, un partido efectúa una acción sorprendente y arriesgada en la que tiene muy poco que ganar y mucho que perder. Es exactamente lo que hizo Junts per Catalunya el pasado 27 de septiembre, cuando amenazó a Pere Aragonès con exigirle una moción de confianza.

La sorpresa procede de tres factores: el partido solicitante, el argumento utilizado y las posibilidades de éxito de la petición. El primero es su socio en la coalición de gobierno. Si Junts está decepcionado con las políticas efectuadas por el ejecutivo y los resultados obtenidos, la decisión lógica sería abandonarlo y forzar elecciones anticipadas.

El segundo es peregrino. Junts acusa a Esquerra de no dar los pasos necesarios para conseguir la independencia. No obstante, nada de ello le reprocha al PSC, con quien comparte el poder en la Diputación de Barcelona. El tercero constituye un tiro en el propio pie. Al ser la moción de confianza una atribución del president de la Generalitat, si este no la quiere presentar, nadie le puede obligar a plantearla en el Parlament.

Junts acusa a Esquerra de no dar los pasos necesarios para conseguir la independencia. No obstante, nada de ello le reprocha al PSC, con quien comparte el poder en la Diputación

No obstante, lo más normal es que al máximo mandatario no le guste la iniciativa, rompa la coalición de gobierno o cese a los impulsores directos e indirectos de ella que forman parte de su ejecutivo. Lo último es lo que ha hecho Pere Aragonès al prescindir del vicepresident Puigneró. Probablemente, le hubiera gustado más despedir a Carles Puigdemont o Laura Borrás, los autores intelectuales de la maniobra, pero no podía hacerlo por no formar ninguno de ellos parte de su gobierno.

La decisión del president fue lógica pura. A pesar de ello, sorprendió mucho a Junts. Una reacción más propia de la psicología que de la política y explicada por dos principales motivos: el papel de ambos partidos en las últimas cuatro décadas y la tradicional cobardía de Esquerra.

La decisión del president fue lógica pura. A pesar de ello, sorprendió mucho a Junts

Hasta 2021, el papel de prima dona entre las formaciones nacionalistas siempre lo ejerció Convergència con distintas siglas, siendo el de un actor secundario el asignado a Esquerra, cuya actuación algunas veces era relevante y otras testimonial. En las últimas elecciones, los votantes cambiaron los roles de unos y otros. No obstante, Junts no ha querido darse por enterado de que le guste o no, su función actual es la propia de una comparsa.

En el ámbito independentista, desde 2012 Esquerra es el partido emergente y los diferentes nombres de Convergència la formación en declive. No obstante, por falta de arrojo de sus dirigentes, el primero ha caído casi siempre en las trampas tendidas por el segundo, ha ido a remolque de él y actuado como su bastón. Por eso, la dirección de Junts se ha quedado atónita con la reacción del president de la Generalitat, quién no ha accedido a ninguna de sus peticiones.

Desde 2012 Esquerra es el partido emergente y los diferentes nombres de Convergència la formación en declive

En definitiva, el error de Junts es histórico. Le ha dado a Esquerra lo que tanto deseaba, pero no se había atrevido a efectuar: prescindir del anterior partido en el ejecutivo de la Generalitat. Su hoja de ruta es clara: gobernar unos meses en minoría, obtener un buen resultado en las municipales, esperar que el de su opositor independentista sea malo y, con el viento a favor, convocar nuevas elecciones autonómicas.

Aragonès quiere gobernar unos meses en minoría, obtener un buen resultado en las municipales y, con el viento a favor, convocar nuevas elecciones autonómicas

Después de la decisión de sus militantes, Junts solo tiene una opción: apostar por la independencia unilateral y presentarse en las próximos comicios a la Generalitat en coalición con la ANC bajo un nuevo nombre. Una apuesta de altísimo riesgo que, si sale mal, llevará al partido a su división en dos o más partes. Antes de ello, no me extrañaría nada que algunos políticos históricamente relevantes abandonaran la formación, al no compartir la nueva estrategia de la dirección.

Junts solo tiene una opción: apostar por la independencia unilateral y presentarse en las próximos comicios en coalición con la ANC

En política, el mejor pegamento es el poder. A veces, constituye la única manera de unir un partido, cuando sus militantes se dividen en dos o más grandes facciones. Lo segundo es lo que actualmente sucede en Junts. Por eso, resulta inconcebible que hayan tirado aguarrás a mansalva sobre el adhesivo. Una actuación que equivale a hacerse el harakiri, pues dicho partido está hoy más cerca de la desaparición que de su regreso al poder. 

Categoría: Opinión
Etiquetas: Junts Generalitat