Opinión
Eduard Pujol i Bonell
opinión

Basté no es Dembélé

El mejor talento brilla en equipo. No tengo ninguna duda. Pero los equipos se hacen grandes cuando están hechos de talento. El miércoles 'El Món a RAC1' consiguió el justo -y anheladísimo- Premio Ondas al mejor programa de radio y ayer Jordi Basté hablaba en el 'davantal' de su programa.

He tenido el honor que me citara en los agradecimientos, de la misma manera que ha hablado del respetadísimo Eugeni Sallent, que es el director que lo llevó a RAC1 y que, más tarde, le abrió las puertas de las mañanas, cuando Basté ya se había convertido en líder de la medianoche deportiva con el 'Tú dirás’, que era la versión godoniana del 'No ho diguis a ningú’ de Catalunya Ràdio.

Cabe decir que justo después de que me haya citado, el móvil se me ha llenado de mensajes cómplices, felices, que me hacían notar la generosidad de Basté en sus palabras. Por eso escribo. Para dejar las cosas claras. Mira Basté, el agradecimiento es mío. No te lo podré -no os lo podré agradecer nunca lo suficiente-. Tuve la suerte de ser el oyente más privilegiado durante seis años. La dirección de RAC1 me permitió escucharos y, a la vez, os tuve a un palmo. Cada día lo reinventábamos todo. Mezclabais la intuición con el talento, con una fuerza creativa espectacular, y con una capacidad de trabajo inagotable. Este es mi privilegio. Haber vivido este espectáculo desde primera fila. Haber visto desde el palco cómo, día sí día también, una idea embrionaria y aparentemente ilógica acababa encontrando una forma radiofónica apasionada y única.

Justo después de que me haya citado, el móvil se me ha llenado de mensajes cómplices, felices, que me hacían notar la generosidad de Basté en sus palabras. Por eso escribo. Para dejar las cosas claras. Mira Basté, el agradecimiento es mío

Y eso pasaba cuando el tedio, cuando la nada se podía imponer en el ambiente. Imaginad un martes de color hierro, de febrero -que es un mes irrelevante-, cuando no pasa nada, cuando en el Congreso tramitan presupuestos o mociones sin alma. Pensad en aquellos inviernos, de cuándo el país no se disponía a hacer la independencia, de cuando el Barça ganaba como si perdiera porque la temporada era muerta de hace días. Está en este tipo de días sobrantes, cuando Basté te puede convertir el tedio en color. Esta es el mérito, esta es la diferencia.

Basté es fisgón, es quién más preguntas se hace en el día a día, y, además, no tiene edad. Basté no tiene edad. O mejor todavía, las tiene todas. ¿Si a todas las preguntas, si tiene todas las edades y si es un hombre que no necesita dormir para vivir, qué puede fallar? Cierto, podría fallar el equipo, pero el equipo no falla porque el equipo está hecho a medida. A medida de las manías, de las locuras, del olfato, de querer seducir a todos los oyentes del mundo.

Basté es fisgón, es quién más preguntas se hace en el día a día, y, además, no tiene edad. Basté no tiene edad. O mejor todavía, las tiene todas

El miércoles fui al futbol. Hacía más de un año que no iba al Camp Nou. Barça 0 - Bayern 3. Sentado en la tribuna, donde el fútbol se vive con la elegancia del Palau de la Música, me vino en la cabeza Leo Messi. Fue cuando todavía en la primera parte, Dembélé cogió uno pilota en la banda derecha, a la línea de tres cuartos, encaró hacia el eje y, cuando fue, cuando pisó el punto desde donde Messi clavaba un chute cruzado, imparable..., justo allí, Dembélé no chutó.

Cuando no se chuta, no se marca... y la pelota se perdió en ningún sitio, hacia la nada, en un agujero negro de ideas y de juego. Messi me vino a la cabeza porque aquella era la jugada que Messi había hecho mil veces, y de mil veces, novecientas y pico tenían el aroma del gol.

Basté, lo mismo que se obstaculiza a medio delantal, lo que se distrae a media pregunta, lo que hace símiles cinematográficos por todo, también es Messi. Messi era imprevisible. Basté, también. Uno en el campo, el otro haciendo radio. Nos acostumbramos a los goles del argentino como los oyentes se han acostumbrado a la secta de las 6 de la mañana, al xuxo de las siete y media o a la tertulia de las 9. Y como los goles de Messi, todo parece fácil, pero no lo es.

Basté, lo mismo que se obstaculiza a medio delantal, lo que se distrae a media pregunta, lo que hace símiles cinematográficos por todo, también es Messi. Messi era imprevisible. Basté, también

Este país tiene alergia al elogio, a los premios, y especialmente Basté lleva fatal eso del halago. Pero colectivamente es importante que perdamos la vergüenza y decir las cosas que tocan. También cuándo las cosas van bien. Señoras y señores, con Basté nos lo hemos dicho todo. Este elogio no es una factura pendiente. Fui subeditor en Catalunya Ràdio, director en RAC1 y hoy amigo. Nos hemos discutido mil veces, pero me apetece reivindicar el trabajo y el talento, gritar bien fuerte como es de complicado hacer este tipo de radio. La casualidad no existe. Lo que hay es actitud. Este es su valor, que las cosas que llegan al oyente parezcan fáciles, normales, evidentes. Lo parece, pero no lo son.

Nos hemos discutido mil veces, pero me apetece reivindicar el trabajo y el talento, gritar bien fuerte como es de complicado hacer este tipo de radio

Este es mi 'gracias Basté'. Haber sido un oyente privilegiado, haber vivido como un gran hermano un programa de radio que, al margen de los premios, ha hecho historia. Y hablando de historia, este año Toni Clapés llega a las bodas de plata del 'Versió' - que así, en la antigua, es como lo diría el señor Marcel·lí Virgili-. Este aniversario también se merece un Premio Ondas. No dudo de que el jurado ya lo sabe y que dentro de un año podré hacer este mismo artículo hablando. Ayer Basté ya lo dijo, la radio clapesiana es tan buena... 

Categoría: Opinión
Etiquetas: Barça RAC1 Radio