Opinión
Joan Julibert
opinión

Alguna cosa apesta a podrido en la Dinamarca del sur

Estos días a raíz del caso Dalmases, la intimidación de un cargo electo a una periodista, una vez más hemos vuelto a hacer surf, y hemos abandonado el submarinismo, sin duda la mejor manera de conocer el fondo marino. Los focos han señalado la actitud intolerable de un diputado a raíz de la entrevista que el programa FAQS de TV3 realizó a su presidenta, Laura Borràs, el pasado mes de julio, y los intentos, tanto por parte de él como por parte de ella, primero de negar unos hechos contrastados y después de esconder las pruebas que así lo certificaban. 

En sí el hecho es gravísimo, y seguramente nos podría hacer llegar a una conclusión sencilla: personas que hacen del abuso de poder una forma de actuación política no son dignos de representarnos en las instituciones democráticas, porque son una amenaza y al mismo tiempo generan rechazo entre la ciudadanía, que es quien se tiene que sentir representada. 

Personas que hacen del abuso de poder una forma de actuación política no son dignos de representarnos en las instituciones democráticas

Pero más allá del episodio concreto, si dejamos el bañador y las olas, y nos ponemos el neopreno para llegar a sumergirnos, todavía es más preocupante el fondo de la cuestión. Por lo que hemos sabido, que el diputado se enfrentó a la periodista de TV3, porque según él no había cumplido aquello que había acordado. O dicho de otra manera, el programa no había seguido los dictados que desde el poder político se le habían dado para la entrevista a Laura Borràs

El caso Dalmases destapa una pulsión del poder con respecto a la prensa que es muy peligrosa, y que consiste en un intento permanente por controlar nuestro trabajo

Este es el verdadero fondo de todo. Porque el caso Dalmases destapa una pulsión del poder con respecto a la prensa, que es muy peligrosa, y que consiste en un intento permanente por controlar nuestro trabajo. La revelación no es menor, porque solo se puede considerar que un país es plenamente democrático si la prensa puede trabajar con independencia, lejos de las zarpas del poder. El día que normalicemos pactos sobre contenidos periodísticos entre políticos y periodistas, habremos aceptado la muerte tanto del periodismo como de la democracia. Y el hecho de que haya quien lo quiera normalizar, no es más que la constatación que en la Dinamarca del sur, alguna cosa huele a podrido. 

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Etiquetas: TV3 Generalitat Junts