Opinión
Albert Brosa Sánchez-Maroto
opinión

Barcelona en alerta, ahora sí que hay sequía

El pasado 14 de julio, con los embalses por debajo del 50%, con previsión que la ola de calor se alargara más de la cuenta y sin lluvia a la vista, consulté a la Agència Catalana de l'Aigua cuál era la previsión de actuación. Realmente me extrañaba de que no estuvieran todas las alarmas encendidas. Me respondieron enviando el enlace para consultar las medidas previstas en cada episodio hidrológico, que en aquel momento era de keep calm. Una respuesta técnica.

Han pasado cuatro meses. En el momento de cerrar este artículo, el miércoles 23 de noviembre, las reservas actuales están al 33%. Técnicamente, no es una cifra dramática. Y no lo es porque según los parámetros del ACA con este porcentaje no hay que encender todas las alarmas. Ahora bien, hay muchos municipios donde están encendidas hace semanas y muchas veces no son noticia porque se tratan como la minoría del país.

Las reservas actuales están al 33%. Técnicamente no es una cifra dramática. Ahora bien, hay muchos municipios donde las alarmas hace tiempo que están encendidas y muchas veces no son noticia porque son tratados como la minoría del país

Tenemos que saber que desde hace semanas 300 municipios, de los 947 que hay en Catalunya, tres de cada diez, están en situación de alerta por sequía y han aplicado restricciones de agua. Eso se traduce en unos 700.000 habitantes. 700M! No es una minoría si nos lo miramos desde una perspectiva social y humana.

En algunos casos, como Espluga de Francolí, en la Conca de Barberà, el agua potable llega diariamente con dieciséis camiones cisterna y se corta el suministro durante nueve horas al día. Significa que la población vive en estrés permanente. No sale agua en el grifo.

300 municipios de los 947 que hay en Catalunya, tres de cada diez, están en situación de alerta por sequía y han aplicado restricciones de agua

Con estos datos es básico y lógico preguntarnos si realmente estamos actuando correctamente. ¿Teniendo en cuenta que la media actual del nivel de los embalses está mucho por debajo de la media de los últimos 10 años, podemos seguir basando las decisiones de las restricciones en meras indicaciones técnicas? ¿Con los cambios que está sufriendo el clima y las alertas constantes, no será que hace falta tomar medidas más drásticas? ¿Podemos seguir consumiendo agua de forma deliberada? 

No querría parecer catastrofista, pero me siento preocupado cuando voy al detalle. De los 9 embalses que hay en Catalunya, Siurana se encuentra al 7,9% y Sant Ponç al 48,6%. En medio está el resto, con parámetros muy preocupantes porque, entre otras cosas, no llueve, ni hay previsión de episodios de agua en abundancia, que es lo que necesitamos para empezar a corregir la situación.  

Siurana se encuentra al 8% y Sant Ponç al 49%. No llueve, ni hay previsión de episodios de agua en abundancia, que es lo que necesitamos para evitar entrar en una situación compleja

Hasta el lunes -y ahora explico el porqué de este día concreto- la lectura técnica era de un escenario de prealerta generalizada y de alerta en lugares más concretos. Era la situación para la gran mayoría de la población catalana, que se concentra en Barcelona y su área metropolitana. ¿Está donde vive el volumen mayor de la población? Sí. ¿Significa que en el resto del país no pasan cosas? No. 

¡Pero, epa! La situación cambia el lunes con la declaración de alerta por sequía en Barcelona y el área metropolitana. ¡Ahora sí que hay sequía! 26 comarcas y 550 municipios están afectados por las restricciones en los ámbitos Darnius-Boadella y Ter-Llobregat. Sin embargo, los ciudadanos no notarán las restricciones ni tampoco habrá cortes de agua. Por lo tanto, la gran mayoría de la población no hará ni caso, como de costumbre, porque desgraciadamente la humanidad solamente reacciona cuando estamos al límite del precipicio. ¡Entonces todos a correr!

A nadie se le escapa que el aumento de la temperatura es irreversible y que en los últimos 20 años la media ha subido. El ejemplo lo tenemos este 2022. No tuvimos primavera -pasamos del invierno al verano- y nos está pasando lo mismo este otoño -pasaremos del verano al invierno. Eso provoca que la temperatura sea más elevada, más evaporación y más humedad, los fenómenos atmosféricos son más extremos y las estaciones se están polarizando.  

El ejemplo lo tenemos este 2022. No tuvimos primavera -pasamos del invierno al verano- y nos está pasando lo mismo este otoño -pasaremos del verano al invierno

¿Así pues, si las evidencias demuestran que el clima está cambiando, pregunto, no tendríamos que modificar la manera técnica para hacer frente a situaciones como la sequía que sufrimos? ¿Es sostenible que cada ciudadano utilice por término medio 130 litros de agua al día en Catalunya? Seguramente nos tenemos que poner en la cabeza que estamos permanentemente en alerta porque en condiciones normales -mientras el grifo mana- la mayoría de la población no es consciente.

Sería bueno que antes de llegar al límite y decretar las medidas, estas se activen mucho antes. Es cierto, este tipo de decisiones son impopulares y debe hacer mucho miedo y pereza pensar, porque la sociedad está tensada por muchos otros motivos y haría perder votos. Sin embargo, si no lo hacemos así, estamos abocados al desastre. 

Categoría: Opinión
Etiquetas: Generalitat Lluvias