Opinión
Magda Gregori
Opinión

La receta del reaprovechamiento

Hay cosas que no cambian. Podemos modernizar el nombre, podemos venderlo de mil maneras, pero el reaprovechamiento alimentario forma parte de nuestra cultura social y culinaria. Los canelones del día de Sant Esteve son, justamente, fruto de esta tradición. De las sobras del cocido que comemos el día de Navidad hacemos los canelones del día siguiente. Aunque esta explicación tiene defensores y detractores. Parece que fue el gastrónomo Néstor Luján uno de los grandes difusores de esta teoría. En cambio, otros entendidos de la cocina catalana han desmontado esta hipótesis. En todo caso, la idea de la cocina del reaprovechamiento forma parte de nuestra historia delante de el fogones. Como también el ritual de la matanza del cerdo para hacer el «mandongo» y llenar la despensa de butifarras o longanizas. Una costumbre que, en el mundo rural, ha ido pasando de generación en generación y que tiene sus orígenes a la necesidad de supervivencia, de aprovecharlo todo para no pasar hambre.

Podemos modernizar el nombre, podemos venderlo de mil maneras, pero el reaprovechamiento alimentario forma parte de nuestra cultura social y culinaria

Recordar estas liturgias culturales nos sirve para explicar nuestra historia y para cocinar nuevas recetas. De hecho, ahora es, también una cuestión de supervivencia. Ha subido el precio de la verdura, del pescado, de la carne, de la pasta, de la fruta... La inflación está desbocada y, a pesar de algunas medidas para frenarla, lo que todos sabemos es que hemos controlado los precios cuando toca cargar el cesto. Y buscar platos imaginativos que nos permitan reaprovechar todas las sobras que tenemos en la nevera.

La inflación está desbocada y, a pesar de algunas medidas para frenarla, lo que todos sabemos es que hemos controlado los precios cuando toca cargar el cesto

Somos conscientes y vamos a comprar con la calculadora en la mano. Pero, al mismo tiempo, sabemos que aprobar unos presupuestos, a La Moncloa y a la Generalitat, es esencial para que la realidad se ajuste a las necesidades de todos los ciudadanos. La Organización de Consumidores y Usuarios dice que el gasto medio en alimentación en los hogares catalanes podría ser, este 2022, hasta unos 500 euros más cara que en los años anteriores. En todos nos toca apretarnos el cinturón pero, al mismo tiempo, hacen falta acciones políticas para proteger los más vulnerables y las clases medias y trabajadoras. Llueve sobre mojado.

Categoría: Opinión