Opinión
Albert Brosa Sánchez-Maroto
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opinión

POLÍTICA 1 – TV3 0

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La televisión pública catalana ha hecho el primer intento de desmarcarse ligeramente de una programación basada estrictamente en la información formal para poner color en la parrilla y atreverse con programas irreverentes. El ‘Zona Franca’ respondía a esta voluntad y el nombre hacía la cosa. Las zonas francas son regiones con capacidad de hacer y deshacer con ciertas libertades y se crean para atraer nuevos capitales. El programa era, pues, el espacio de referencia de TV3 donde empezaba esta nueva y arriesgada aventura, donde la libertad de actuación era el nuevo registro desenfadado y atrevido y el target, el público joven, el nuevo capital. 

Si el objetivo era despolitizar la parrilla de TV3 lo que se ha conseguido es politizarla todavía más, y hacerlo a ojos de todo el mundo

El intento ha quedado en eso, en un simple intento, porque solo se ha podido cumplir uno de los dos objetivos, quedando desierto lo más importante. En el momento que la televisión pública se plantea una apuesta de esta dimensión, lo primero que hay que pensar es la estrategia para hacer frente al embate que vendrá de aquellos que tienen el poder. Es decir, adelantarse a los evidentes acontecimientos. Quien decide sobre la continuidad de los programas no es la audiencia sino los cuatro que mandan. Vivimos en un país donde una parte de la política habla de libertades, pero solo se permiten la suya propia y eso es hacer trampa. Si este revuelo se hubiera producido con otro gobierno a la Generalitat los medios de comunicación irían llenos de reacciones todo el día, cada día, y los opinadores se frotarían las manos. Habría casquería. ¿Estamos de acuerdo? 

Vivimos en un país donde una parte de la política habla de libertades, pero solo se permiten la suya propia y eso es hacer trampa 

El despido de Manel Vidal y la dimisión de Joel Díaz y de Magí Garcia, tendría que provocar una sacudida de narices en la Corpo. Si el objetivo era despolitizar la parrilla de TV3 lo que se ha conseguido es politizarla todavía más, y hacerlo en ojos de todo el mundo. Y, todavía es más grave, quien promueve esta escabechina, tira la piedra, esconde la mano y aquí no ha pasado nada. Con la agravante de los que lo permiten. Una otra vez estamos ante el tacticismo político más rancio y corto de miras que trata de inútiles a los periodistas, a la audiencia y a los ciudadanos.

¿Es legítimo que una persona o grupo de personas se puedan sentir heridos por una actitud de un medio de comunicación? Por descontado. ¿Estos pueden pedir explicaciones? También. Lo que no es aceptable es esta mala costumbre de demostrar constantemente quién tiene el poder y creerse que se puede pasar por encima de todo y de todo el mundo. Ser una democracia madura no se demuestra saliendo en sede a parlamentaria y repetirlo hasta el aburrimiento, sino actuando en consecuencia.

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