Opinión
Nausícaa Hernàndez
Tiempo de lectura: 4 minutos
opinión

¡Si hay hombres gordos que tienen más tetas que yo!

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Solo me pongo sostenes cuando se me transparenta mucho la camiseta. Digo que es porque el mundo todavía no está preparado, y, escucha, yo no estoy de humor para aguantarlo (adelante las hachas las quien sí). En la práctica, ya solo llevo en algunos directos. ¿Por qué creo que a la televisión se tiene que llevar? Ni en broma. ¿Por qué me lo han pedido? Tampoco. Sencillamente, para ahorrarme dolores de cabeza.

Lo que tendría que ser normal es que si a mí no me gusta llevar sostienes, tuviera un total de cero preocupaciones por dejar de llevar

Ahora, lejos de ser un dolor de cabeza, lo vivo con naturalidad. Ni pienso. Pero no siempre ha sido así de fácil. Soy de las que cuando llegaba a casa, lo primero que hacía era desabrochármelos. Y a la que podía, fuera. Para muchas son útiles o necesarios y me parece genial que quien quiera lleve, tenga los pechos que tenga. ¿Pero en mi caso? ¡Si hay hombres gordos que tienen más tetas que yo! A mí me molestaban.

Empecé a no llevar cuando me vestía con ropa donde literalmente ni se me marcaban los pechos. Era tan cómodo que sin pensar demasiado lo fui haciendo cada vez más. El siguiente paso, sin embargo, ya fue consciente por obligación. Implicaba desafiar una norma no escrita: las mujeres tenemos que llevar sostienes. Y yo me disponía a no disimular que no llevaba. Empecé por entornos fáciles y el reto final fue el trabajo. Y escucha, la mar de bien. Ahora lo tengo tan normalizado que incluso se me hace extraña la sensación que tenía estar desafiando al mundo. ¡Pero madre mía si la tenía!

Nunca me he llevado ningún mal comentario. Solo una vez en el trabajo, hace muchos años, me insinuaron que vistiera oscura para hacer pantalla. Le encomendaron darme el mensaje a un muy buen compañero que, sospecho, no se atrevió a decirme que me pusiera sostenes, por favor. Y encontró esta alternativa, ve oscura. Mira, pues me conformo. (adelante las hachas quien no).

Ahora bien, si no he tenido grandes dolores de cabeza es sobre todo porque he adoptado un perfil bajo, un poco conservador. Con los años he ido adaptando el armario, a veces de forma más consciente que de otros. A veces he utilizado la técnica del esparadrapo porque marcar pezones todavía peta la cabeza a demasiada gente. Y haciendo pantalla, si creo que hace falta, decido ir con sostenes. Porque es una guerra que no quiero luchar y si alguien tira la primera piedra, me veré obligada. Así que evito el riesgo y me lo ahorro.

Obviamente, este no es mi mundo ideal (que no utópico). Lo que tendría que ser normal es que si a mí no me gusta llevar sostenes, tuviera un total de cero preocupaciones por dejar de llevar. Pero esta todavía no es una decisión libre. Estoy segura de que hay a quien directamente nunca se ha planteado si lleva sostenes porque le hacen falta o solo porque una sociedad entera le ha dicho que tiene que llevar. Y pongo la mano al fuego que también hay quien tiene claro que no quiere llevar, pero no se acaba de atrever por el "qué dirán".

Estoy segura de que hay a quien directamente nunca se ha planteado si puerta sostienes porque le hacen falta o solo porque una sociedad entera le ha dicho que tiene que llevar

Y no me extraña. Cuando era pequeña, en el pueblo, había una mujer que no llevaba. Se decía que lo hacía para provocar (e incluso había oído “lo hace porque así cuando sopla el viento se le levanta la camisa y se le ven”). Han pasado 20 años, pero no hemos avanzado mucho. Entrar en Twitter este martes era subir a una montaña rusa que giraba en torno a 'señoros' vomitando machismo en forma de tuit y usuarios reaccionando a los 'potados'. Y todo porque a una mujer se le marcaba el pecho a una fotografía. Pues yo le doy las gracias a Ione Belarra para normalizar el ir con las tetas sueltas.

"Uy, se le ven los pezones". Ve y cómprate una vida. 

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