Opinión
Marta Roqueta Fernàndez
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opinión

Cambio climático, una cuestión de ricos

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Catalunya pierde una cuarta parte del agua potable por culpa de los escapes, sobre todo a causa del mal estado de las cañerías, y un turista en un hotel de lujo de Barcelona consume cinco veces más agua que un vecino de la ciudad. En general, todo turista, salvo los que viajan en crucero, consume una media diaria de agua superior a los habitantes de la capital catalana. Los datos difundidos, respectivamente, por la Agencia Catalana del Agua y Barcelona Regional han ocupado titulares en plena sequía en Catalunya, al lado de los que informan de las medidas propuestas para encarar los efectos, como vaciar piscinas municipales o no regar jardines.

Según un informe de Intermón Oxfam, un multimillonario emite un millón de veces más emisiones de efecto invernadero que un ciudadano medio

Vaciar piscinas deja a las personas con pocos recursos económicos sin una de las pocas opciones de ocio para los chiquillos y las personas mayores asequibles en verano. También los desprovee de una herramienta para combatir la pobreza energética, porque no todas las casas están acondicionadas para soportar unas olas de calor que cada vez serán más intensas, largas y frecuentes. Tener vegetación seca en municipios que, por regla general, están bañados en cemento y asfalto es condenar a vivir en un horno de aire contaminado, sin plantas que enfríen el ambiente y lo purifiquen, a quien no tiene recursos para escaparse al campo cada fin de semana.

Según un informe de Intermón Oxfam publicado en el 2022 a partir de analizar la actividad económica de las 125 personas más ricas del planeta, un multimillonario emite un millón de veces más emisiones de efecto invernadero que un ciudadano medio. El diario británico The Guardian, a partir de los datos de Emissions Inequality, concluyó que en el 2015 el 10% de la población más rica del mundo fue responsable de cerca de la mitad de las emisiones de CO2 del planeta. Es por eso que hay expertos que concluyen que la mejor manera de combatir el cambio climático es reducir a cero las emisiones de los ricos.

Hasta ahora, las políticas de prevención y sensibilización contra el cambio climático y la generación de residuos en Catalunya han tenido una pátina moral basada al responsabilizar a la gente de reciclar, hacer un uso juicioso del agua o limitar el transporte en vehículo privado. Eso contrasta con la poca predisposición de la administración para solucionar los escapes en las cañerías, limpiar los bosques, impulsar las energías renovables, ofrecer un transporte público de calidad y establecer un modelo económico que no se base en la depredación del medio ambiente y en sobrecargar los recursos naturales de unos lugares que, de forma estacional a causa del turismo, duplican la población.

Catalunya pierde una cuarta parte del agua potable por culpa de los escapes y un turista en un hotel de lujo de Barcelona consume cinco veces más agua que un vecino de la ciudad

Los datos apuntan, sin embargo, que la necesaria transformación ecológica que Catalunya tiene que emprender para que pueda ser habitable en un futuro próximo tiene que tener en cuenta la responsabilidad de clase en la generación de contaminación y residuos. Como vemos con la sequía, los menos responsables del cambio climático son los que más lo sufren.