Opinión
Enric Lucena
Tiempo de lectura: 3 minutos
opinión

Olvidar el alma y no pensar por qué

Tiempo de lectura: 3 minutos

Primero dejamos de poner el alma en el café para poner la cápsula en la máquina. Después dejamos de poner el alma en la cocina para poner los ingredientes dentro de la Thermomix.

La destrucción puede venir simplemente porque nosotros mismos dejamos de poner el alma y la pasión en todo

Ahora dejamos de poner el alma a las historias porque las puede escribir la inteligencia artificial y nos vanagloriamos de todo. Fotos de Donald Trump o el Papa Francisco perseguidos por la policía corren por las redes y a las tertulias radiofónicas algunos celebran la calidad y realismo de todo, a pesar de haber sido generado por ordenador.

Presentadores de radio y televisión virtuales empiezan a aparecer en diferentes lugares del planeta.

No soy de los que piensa que no tenemos que avanzar y que todo tiempo pasado fue mejor, pero tengo la sensación, como escribió Pío Baroja, que la tendencia a progresar nos llegará a destruir. Ahora, no creo que la destrucción de la humanidad venga por el hecho de que las máquinas con inteligencia artificial tomen conciencia y su ambición haga que destruyan a la humanidad como si eso fuera “Matrix”. Quizás los únicos ambiciosos somos los humanos y damos por hecho que todas las especies, incluidas las que creamos nosotros, también lo son. La destrucción puede venir simplemente porque nosotros mismos dejamos de poner el alma y la pasión en todo. Todo estará hecho. Nos preocupa tanto adelantar que a veces tengo la sensación que no nos preocupamos de reflexionar lo suficiente “como” tenemos que adelantar. 

Qué queréis que os diga. Me preocupa que nos guste más visitar una exposición inmersiva de un pintor generada por ordenador que visitar un museo para ver sus obras en directo y disfrutar del diálogo con el arte en primera persona. Me gustan los videojuegos, pero me inquieta que dejemos de comprar juegos de mesa para jugar con familia y amigos luchando por descubrir si alguien hace trampas. Me preocupa disfrutar del mar con gafas 3D y no pisar la playa que tengo a 4 minutos. O pasar toda la tarde delante de la pantalla de televisión mirando películas cuando hace un año que no voy al cine.

¿Estamos dejando irse lo que realmente importa? ¿Dejamos de disfrutar del camino de las cosas? ¿De las mariposas en el estómago justo antes de hacer algo por nosotros mismos? 

Y hago autocrítica: estoy enganchado a la Thermomix, la comida siempre queda excelente, eso sí, siempre queda igual. ¿Dónde queda el alma de la cocina ante las matemáticas de la máquina? Las lentejas siempre quedan bien, pero no las hago yo, solo las introduzco en el vaso metálico.

¿Por qué nos preocupamos por avanzar solo en nombre del progreso y el futuro? ¿Dónde quedarán las emociones a la hora de explicar una historia si ya no explicaremos historias a nadie? ¿Cómo nos podremos fundir a la hora de querer dormir a un bebé si lo balanceará una máquina y no nosotros?

¿Dónde quedará la poesía en el mundo?

Me preocupa que nos guste más visitar una exposición inmersiva de un pintor generada por ordenador que visitar un museo para ver sus obras en directo 

Disculpadme, pero yo he vuelto a la cafetera italiana hace unos meses midiendo cada carga y dejando que la casa vuelva a oler a café... por el sabor del espíritu. 

Con la Thermomix me lo estoy pensando, no fuera que me haga un buen arroz, pero me robe el alma.

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