Opinión
Jordi Cabré
Opinión

'Mori el mal govern'

Yo no creo que una parte de Junts fuera (o sea) más independentista que el otro, sino que todo el independentismo está confuso: el de Junts, el de las facciones de Juntos, el de ERC, el de la CUP y el de las supuestas alternativas. La decisión de Junts de salir del Govern, por un 55% de los votos, muestra este empate mental (quien haya leído empanada, aletea sea), lo cual tiene una dimensión partidista y una dimensión más trascendental:

Con respecto a la reflexión partidista, Juntos necesitaba hacer valer su marca y se ahogaba dentro de un relato, el de ERC, que cada vez compraban más los medios del stablishment. La pregunta era, pues, si Junts podía contemporizar con este stablishment sin perder perfil propio y la respuesta ha sido que no. Lo suscribo y es verdad, sumado, además, con un balance de gestión globalmente demasiado pobre. Otra cosa es que este haya sido el momento más oportuno para romper, ya que ha parecido (y estoy en condiciones de asegurar que ha sido) causado por un resbalón y un error de cálculo. Sea como sea, Junts como en marca puede respirar mejor a la oposición que dentro del gobierno. Como relato, digo. Como “empresa”, le puede costar más del previsto. 

Junts como marca puede respirar mejor a la oposición que dentro del gobierno

Con respecto a la dimensión de país, Junts no estaba haciendo la independencia dentro del gobierno (era un gobierno marcado por el diálogo con Madrid y la “gestión del mientras tanto”) y ahora, a fuera, dudo mucho de que estar a la oposición le permita encabezar una nueva etapa toda sola. La parte buena es que la decisión sacude una política catalana aborregada y secuestrada por Pedro Sánchez, pero este zarandeo es insuficiente para resucitar el proceso si no trasciende la dinámica de un solo partido como Junts.

La parte buena es que la decisión sacude una política catalana aborregada y secuestrada por Pedro Sánchez, pero este zarandeo es insuficiente para resucitar el proceso 

Eso agita las aguas, sí, pero no conforma la épica necesaria para exorcizar a los “ilusos enterradores” del proceso, como los llamó Puigemont. En aquel acto del 1 de octubre se vio que ni siquiera el Consell de la República, habiendo reunido muchas entidades diversas, podía calmar a solas la indignación existente hoy en el público independentista. No lo puede hacer nadie, a solas, y sólo con palabras: para resucitar el proceso, hará más falta que un mitin o una salida del gobierno.

Hará falta una nueva propuesta política, en forma, creo, de nueva candidatura. Confío en que, si eso pasa, también se acierte el momento y no se haga cuando todo esté todavía demasiado verde. El próximo paso hacia la maduración, el próximo zarandeo del tablero, serán las sentencias europeas. Diciembre, dicen. Yo creo que la segunda oportunidad del proceso empieza entonces.

Categoría: Opinión
Etiquetas: Generalitat Junts
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