Opinión
Ernest Benach
opinión

Twitter. Sí, Twitter. No

Seguro que muchos de Ustedes recordarán el mítico programa de Josep Cuní a las mañanas de TV3 donde se pedía en la audiencia sobre algún tema, y la respuesta venía en aquella expresión bien popularizada de matins.sí, matins.no. De hecho, tanto el mundo de la tele, como muy especialmente el de la radio siempre han jugado con la participación de las respectivas audiencias, y lo han hecho de las formas más diversas. Desde la canción dedicada, a la respuesta a encuestas de formato breve (matins.sí, matins.no), a la interacción telefónica al uso de Twitter e Instagram para responder las encuestas que las mismas redes te ofrecen. El etcétera en este caso tiende al infinito, y en el fondo, entender la participación del oyente/espectador, como actor de un medio es una realidad que ha ido creciendo con el paso de los años, y la incorporación de nuevas tecnologías.

Entender la participación del oyente/espectador, como actor de un medio es una realidad que ha ido creciendo con el paso de los años, y la incorporación de nuevas tecnologías

Es evidente que la inmediatez, factor esencial en la manera de hacer periodismo hoy, juega un papel importante, y a veces puede prestar a la confusión. ¿Recuerdo, por ejemplo, una pregunta de las mañanas, donde a partir de un problema concreto de actualidad rabiosa, textualmente se pedía "Crees que los políticos catalanes se han implicado poco en las selecciones catalanas"? I apa, matins.sí, matins.no. La cuestión, sin embargo, no estaba bien planteada porque había políticos catalanes que se habían implicado, y mucho, con las selecciones catalanas, mientras que había que más bien habían jugado a la contra.

Por lo tanto, la pregunta, de respuesta fácil llevaba trampa incorporada. Lo mismo pasa hoy con muchos programas de radio que hacen doctrina de las encuestas a Twitter. Para empezar, una encuesta tiene que tener un componente científico (muestra equilibrada en género, edad y territorio, por ejemplo) que las redes sociales no pueden dar. Y es que en muchas ocasiones puede que ni siquiera representen la audiencia del programa. Además, los perfiles anónimos, se diga lo que se quiera, acaban por distorsionar la seriedad del mensaje. Escuchar cómo pontifican perfiles anónimos, con nombres ridículos, que puede ser incluso que sean bots, nos pone en este fangal que hoy en día parece que es el sitio principal y obligatorio de debate, cuando tendría que ser todo lo contrario.

Vivimos unos momentos en que el periodismo se está reinventando, como tantas cosas. Y hay oportunidades. Las redes sociales, los digitales, la televisión de proximidad, y la radio son los medios de comunicación que pueden saber qué pasa en todo momento y por todas partes. Y eso marca otras reglas de juego y nos da nuevas oportunidades. El drama es que las estamos situando demasiado a menudo en el terreno equivocado.

Las redes sociales, los digitales, la televisión de proximidad, y la radio son los medios de comunicación que pueden saber qué pasa en todo momento y por todas partes. Y eso marca otras reglas de juego

La participación, el debate, el contraste de opiniones, la discrepancia... son necesarios, diría que imprescindibles. Y el periodismo se los tiene que hacer suyos. Pero por favor, con rigor, coherencia y seriedad. De lo contrario ni informemos, ni comuniquemos. Hacemos otras cosas, pero ni informar, ni comunicar. Y es una lástima porque el momento sería ideal para dar un salto cualitativo en el modelo de comunicación, de los que hacen historia.

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