Opinión
Joan Salicrú
OPINIÓN

45 años del ‘Ja soc aquí" de Tarradellas. No sólo un símbolo

El 23 de octubre de 1977, este domingo hace 45 años, Josep Tarradellas volvía a Cataluña después de casi cuarenta años en el exilio en Francia o Suiza. Temeroso de que si se dirigía a los congregados por la plaza Sant Jaume (y en aquellos que sabía que lo escuchaban por la radio) estrictamente como "catalanes" no se sintieran interpelados completamente, usó la mítica fórmula de "ciudadanos de Cataluña", después de la cual anunció: "Ya estoy aquí". Y así fue: Tarradellas se quedó aquella misma noche a dormir en la Casa de los Canónigos y ya no abandonaría su nuevo lugar de mando hasta que el 1980 Jordi Pujol asumiría las riendas de la Cataluña ya autonómica.

Porque, hay que recordarlo, Tarradellas fue un presidente preautonómico y preconstitucional, fruto estrictamente de un pacto político entre él y Adolfo Suárez, con el beneplácito de los partidos catalanes. Y, por lo tanto, también es muy cierto que todas aquellas transferencias que su gobierno provisional irá consiguiendo son fruto de la estricta negociación política con Madrid. No hay marco, no hay a qué cogerse: se obtienen una serie de competencias fruto del diálogo político con Madrid, que no estaba obligada a ceder ni una sola por ningún artefacto legislativo.

Porque, hay que recordarlo, Tarradellas fue un presidente preautonómico y preconstitucional, fruto estrictamente de un pacto político entre él y Adolfo Suárez, con el beneplácito de los partidos catalanes.

Los que hemos podido estudiar un poco aquel periodo –debajo de la maestría de Joan Esculies, el verdadero tarradellólogo del país- siempre citamos tres elementos como muestra de lo que se pudo hacer: recuperar la enseñanza del catalán en las escuelas desde septiembre de 1978 (después de cuarenta años de qué no se pudiera hacer oficialmente), la planificación del mapa sanitario (el esquema de CAPs, hospitales comarcales...) que se empezaría a desplegar pocos años más tarde y asumir las competencias de los ferrocarriles de vía estrecha que el Estado se quería traspasar.

La asunción de las competencias del ferrocarril de vía estrecha, en este sentido, es modélica. La Generalitat asumió el servicio sin recibir ninguna financiación por parte del Estado, en 1978. Para no tener, puso a hacer rodar trenes sin ni siquiera tener creada la empresa pública Ferrocarriles de la Generalitat. Inicialmente, los billetes se vendían bajo el NIF de la Generalitat de Catalunya. Pero como recuerda el Conseller de Obras Públicas del momento, Lluís Armet, en el documental Tarradellas, gobierno de unidad "si juegas fuerte en un tema, sales adelante. Hoy en día, a pesar de algún incidente absurdamente magnificado desde las filas socialistas, Ferrocarrils de la Generalitat es una empresa modélica, puntual, referente. Y, en cambio, la fórmula con que se estrenó fue, como mínimo, ridícula, desde el punto de vista de la gestión, visto con los ojos de ahora.

Hoy en día, a pesar de algún incidente absurdamente magnificado desde las filas socialistas, Ferrocarrils de la Generalitat es una empresa modélica, puntual, referente.

Trabajar políticamente de aquella manera ahora no es posible porque el marco está y el marco pesa. Mucho. A veces como una losa. Precisamente porque todo está muy reglamentado, y el historial de conflictos entre administraciones es largo, el terreno de las transferencias y las competencias es muy pantanoso. Pero lo que puede reemerger de aquel gobierno, de nuevo, es la capacidad de hacer política. Con los recursos que haya disponibles, con audacia, con capacidad de dibujar el futuro.

Por otra parte, Tarradellas, en aquel momento, conformó un gobierno de unidad con presencia de todos los partidos catalanes que habían obtenido representación a las elecciones en el Congreso de 1977 y, por lo tanto, en una misma mesa de gobierno se sentaba el PSUC (un partido comunista, circunstancia inédita en la Europa del momento) de Ramon Espasa y la Centristes de Catalunya-UCD de Joan Josep Folchi. Tampoco eso hoy sería posible, ni incluso deseable. Pero los surcos que se conformaron en aquel gobierno de unidad y que, en algunos casos –como en la cuestión lingüística-, generaron un consenso de grandes líneas de país que nos llega hasta el día de hoy y que son una buena forma de hacer política, una fórmula que el nuevo gobierno que se reclama para la "Cataluña entera" debería tener muy en cuenta.