Opinión
Esperanza García
opinión

Ni Poblet se salva de la inseguridad

Desde el año 2019 la ciudad de Barcelona sufre en sus calles sucesos propios de las crónicas de los “Quinquis del ‘80”. No hay semana libre de un fallecido por violencia. El Alcalde de Premià de Dalt contrata y descontrata, todo concentrado en menos de una semana, los servicios de una empresa de desokupación. El barrio de la Florida de Hospitalet, con o sin vídeo del rapero, se ha convertido en un lugar invivible. Incluso la “pax” del Monasterio de Poblet se ha visto truncada por el robo de documentación de valor histórico que guardaban en una caja fuerte. Catalunya lidera la triste crónica de sucesos.

Desde el año 2019 la ciudad de Barcelona sufre en sus calles sucesos propios de las crónicas de los “Quinquis del ‘80”. No hay semana libre de un fallecido por violencia

Las decisiones políticas afectan a nuestra sociedad. Decisiones que, aparentemente, parecen inocuas, pero no lo son. Tenemos un problema grave de inseguridad, no es una cuestión de sensación y percepción de los hechos, como tantas veces repiten desde el Govern de la Generalitat ni desde algunos ayuntamientos como el de Barcelona que llegó incluso a minimizar el homicidio y los disturbios de las últimas fiestas de la Mercè.

El modelo policial está obsoleto y no existe ni voluntad ni compromiso político por adaptarlo a la realidad actual, tan diferente de la de hace 30 años. La aprobación de leyes por parte de gobiernos dependientes de la CUP ha generado contextos que favorecen la okupación. Ante esa problemática, los ayuntamientos gobernados por la izquierda han mirado hacia otro lado y los que no, apenas disponen de los recursos necesarios para solventar el problema. Si a todo eso se le añade que los cuerpos policiales, sean Mossos d’Esquadra o los propios policías locales, no han contado con el necesario apoyo político y el reconocimiento de autoridad, el caldo de cultivo está servido.

El modelo policial está obsoleto y no existe ni voluntad ni compromiso político por adaptarlo a la realidad actual, tan diferente de la de hace 30 años

La delincuencia en Catalunya está disparada. Así lo indican las bases de datos del Ministerio de Interior e, incluso, el mapa delincuencial que puso en marcha el Departament de Interior en 2019. Otro dato que hemos conocido esta semana es que los juzgados de la provincia de Barcelona han alcanzado el máximo de sentencias por delitos de odio. Y es que los datos de delincuencia en Catalunya son lo más parecido a una eterna y repetida noche de Halloween. Estamos a tiempo de revertirlo, pero para ello es necesario que los responsables políticos sean capaces de llevar el “som i serem” al ámbito de la seguridad. Porque sin ella no solo perdemos bienestar, sino también libertad.

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