Opinión
Maria de la Pau Janer
opinión

El príncipe Harry, el libro que la familia real inglesa querría borrar

Pensamos en una rueda de recambio. Es una pieza que llevamos al coche por si nos falla una de las ruedas que utilizamos. No nos entretenemos en recordarla. Simplemente, está. Saberlo nos tranquiliza. Nada más. He leído la historia de un príncipe que ha sido considerado toda la vida como un “recambio”. 

Eran dos hermanos. Los vimos crecer: primero en fotografías felices, después con imágenes que hicieron la vuelta al mundo: los ojos bajos, caminando tras el ataúd de una princesa-mito que murió a deshora en un puente de París. Más adelante empezó a llover las etiquetas. El heredero buen estudiante, el Recambio incapaz de concentrarse en la lectura. El heredero siguiendo las reglas, el Recambio olvidándolas a menudo. El heredero obediente, el Recambio como un niño perdido del Illa de Nunca Más. 

El príncipe Harry ha cobrado una cifra enorme por su libro. Explica quizás demasiadas cosas para que pueda volver a ser aceptado nunca más por los británicos

Cuando nació, su padre hizo la bromita: “magnífico, ya tenemos un heredero y un recambio”. Lo repitieron muchas veces los miembros de la familia, los próximos, los íntimos. Le quedó grabado a fuego.

Recordaba la madre, que tenía nombre de diosa, como una explosión de luz. Un día, descubrió que murió rodeada de las luces de los flashes. Cámaras de muchos periodistas retratando la agonía. 

Eran los mismos flashes que le llenaron la infancia de sombras: fotografías que le robaban momentos de vida, a menudo sacadas de contexto, lanzadas a la opinión del mundo con titulares falsos. Distorsiones y mentiras. Las etiquetas crearon al personaje que no quería ser: Harry, el príncipe díscolo, el príncipe mal estudiante, el príncipe cobarde, el príncipe drogadicto, el príncipe alcohólico. 

¿Dónde están las realidades? ¿En los hechos o en las apariencias? ¿En los actos o en la narración de los actos? ¿En lo que vivimos o en lo que todo el mundo cree que hemos vivido? A veces la frontera es una línea muy fina. 

'Principe Harry', la autobiografía de un príncipe poco convencional. Cuando murió la princesa Diana, se negó a creerlo. La mente humana es compleja. Se repetía que estaba viva, que escapó de los paparazzis, que vivía escondida, esperando la hora de irlos a buscar. 

Años después, probó de revivir en la misma piel el accidente de la madre. Condujo un coche idéntico a aquel donde ella escapaba por París. Entró al Puente de Alma a ciento cinco kilómetros por hora, la velocidad exacta, y se dio cuenta de que el camino era fácil, sin trampas ni grandes obstáculos. No entendió qué había pasado. 

Las etiquetas crearon al personaje que no quería ser: Harry, el príncipe díscolo, el príncipe mal estudiante, el príncipe cobarde, el príncipe drogadicto, el príncipe alcohólico

Un padre eternamente enamorado de otra da, con sensibilidad artística y poca popularidad, incapaz de manifestar los sentimientos. Una abuela todopoderosa. Una madre de quien solo podía recordar pequeños instantes felices. Un silencio que se poblaba de pensamientos intrusos. Una familia real inglesa, el equivalente en un engranaje donde todo está calculado, donde los papeles de los personajes secundarios pueden ser durísimos. Una búsqueda de un lugar: el ejército, donde todo era un poco mejor, porque lo alejaba de la pesadilla de los flashes, un hermano mayor perfecto en su papel, pero distante, y una gran soledad llena de miedos. 

El libro salió día diez de enero a las librerías. El príncipe Harry ha cobrado una cifra enorme por sus derechos de autor. Habla y suena a verdad. Explica quizás demasiadas cosas para que pueda volver a ser aceptado nunca más por los británicos. Escapó de su casa, de su país... y nos cuenta una historia, vivida, imaginada o sufrida

El Recambio quiere tener vida propia, alejarse de un pasado que no ha muerto. 

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Etiqueta: Reino Unido