Opinión
Gonzalo Bernardos Dominguez
opinión

¿Elecciones generales anticipadas?

En las últimas semanas, en los cenáculos de Madrid, un creciente número de analistas, periodistas y políticos está convencido del adelanto de las elecciones generales. La novedad no es el tema, porque la anterior posibilidad ha sido noticia recurrente durante la actual legislatura, sino la intensidad del rumor. Para los partidarios de la anticipación, el resultado del PSOE será más decepcionante cuanto más tarden en celebrarse los comicios. Por lo tanto, para evitar una mayor sangría de votos, en algún momento de los dos próximos meses el presidente del gobierno disolverá el Congreso y el Senado.

Sus principales argumentos son el progresivo desgaste de la figura de Pedro Sánchez (resta votos al partido en lugar de sumarlos), el empeoramiento de la economía en el actual ejercicio y la translación a las elecciones generales de unos malos resultados del PSOE en las autonómicas y municipales.

Ninguno constituye un motivo descartable, incluso todos son probables, si el gobierno repite los múltiples errores cometidos en diciembre. No obstante, desde mi perspectiva, a final de año, el viento político le será más favorable que en mayo. Su aprovechamiento o no dependerá principalmente de la movilización de sus simpatizantes, la capacidad de gestión durante el actual ejercicio y la credibilidad de sus propuestas.

Para evitar una mayor sangría de votos, en algún momento de los dos próximos meses el presidente del gobierno disolverá el Congreso y el Senado

A diferencia de ellos, creo que los comicios se celebrarán el más tarde posible. De esta manera, el PSOE tendría el máximo de tiempo disponible para recuperar el electorado perdido en los dos años anteriores. La última fecha permitida por la Ley orgánica del Régimen Electoral General (LOREG) es el 10 de diciembre. No obstante, el largo acueducto generado por|para los días festivos de la Constitución e Immaculada aconsejaría su traslado al domingo anterior.

Los motivos son los siguientes:

1. Los gobiernos no adelantan las elecciones, si las encuestas les son desfavorables. Si los resultados actuales de las encuestas se transformaran en sufragios reales, Pedro Sánchez dejaría de ser presidente del gobierno. Un desplazamiento del voto de los electores desde la izquierda en la derecha, la concentración mayor del último en el PP y una superior abstención llevarían al PSOE a la oposición. En esta coyuntura, la principal causa para adelantar las elecciones sería la imposibilidad de seguir gobernando. Así pasaría si el Congreso hubiera tumbado el proyecto de Presupuestos Generales del Estado, Unides Podem hubiera abandonado al ejecutivo, el presidente tuviera una gran oposición en su propio partido o las formaciones que le dan apoyo en el Parlamento dejaran de hacerlo. Nada de eso ha pasado ni hay perspectivas que pueda tener lugar en los siguientes meses.

Desde la aprobación de la Constitución, las elecciones generales se han anticipado en numerosas ocasiones. Los principales motivos han sido la falta de soporte parlamentario al proyecto de presupuestos (marzo de 1996 y abril de 2019), las perspectivas de alargamiento de una recesión (junio de 1993) o agravación de una crisis económica (noviembre de 2011) y unas favorables encuestas (octubre de 1989). Ninguno de ellos constituye en la actualidad una razón para el adelanto de los comicios.

A partir de abril, la economía española iniciará un lento despegue a causa de un gran aumento del gasto público

2. La tenacidad del presidente. En su carrera profesional, los emprendedores, ejecutivos y políticos que han transitado desde el infierno hacia el cielo se suelen sentir invencibles. Tienen una gran seguridad en sí mismos y la confianza en dar la vuelta a cualquier acontecimiento desfavorable. Por descontado, entre ellos también hay unos malos resultados en los comicios municipales y autonómicos del 28 de mayo. Esta confianza la posee Pedro Sánchez y le impedirá dar la partida por perdida hasta la noche electoral. Incluso, si los resultados no son claros, unos días después. Por eso, creo que agotará el tiempo disponible para convocar las elecciones y solo se dará por vencido cuando sus apoyos le sean insuficientes para continuar en su actual cargo.

3. La presidencia de España a la Unión Europea. A los políticos les encanta ser calificados de estadistas, porque los últimos constituyen el más selecto de los profesionales que se dedican a la gestión de los asuntos públicos.

Para obtener la anterior imagen, en nuestro país ayuda notablemente a una buena reputación internacional y una importante presencia en los principales foros mundiales. En el segundo semestre, lo último lo tiene asegurado Pedro Sánchez y el primero lo conseguirá, si la presidencia española del Consejo de la Unión Europea es un éxito y durante el anterior periodo se consiguen a nivel comunitario unos o más acuerdos relevantes.

Si así pasa, esta presidencia le reportará votos adicionales en las elecciones generales y constituirá la mejor publicidad posible para conseguir en los próximos años un cargo relevante en las principales organizaciones internacionales. En ellas está el futuro profesional de Pedro Sánchez, porque sus últimos posicionamientos políticos descartan la obtención de una butaca en varios Consejos de Administración de grandes empresas.

4. La economía sumará, no restará votos. A partir de abril, la economía española iniciará un lento despegue a causa de un gran aumento del gasto público, la mayor aportación del turismo al PIB y un superior grado de ejecución de los fondos europeos Next Generation.

En los siguientes meses, el empleo volverá a crecer, aumentarán en mayor medida los salarios acordados en convenio (un mínimo del 4% en 2023) y la tasa de inflación seguirá descendiendo, aunque a un ritmo inferior al efectuado entre julio y diciembre de 2022 (ha pasado del 10,8% al 5,7%).

A finales de año, el principal factor erosionador del poder adquisitivo de los hogares durante el pasado ejercicio dejará de ser un problema importante, porque la tasa de inflación se situará en torno al 3,5%. En diciembre, todo el anterior contribuirá al hecho de que la economía sume al PSOE más votos de los que resta. En términos electorales, no tiene nada que ver el alargamiento de una recesión (el ocurrido en 1993) y el agravamiento de una crisis (el sucedido en 1993) con la transición de una coyuntura de estancamiento a otra de moderado crecimiento. La última es lo que creo que pasará en el 2023.

En definitiva, las anteriores razones me inducen a pensar que no hay ningún motivo relevante para adelantar las elecciones generales. Por lo tanto, creo que se celebrarán el 3 de diciembre de 2023. Dadas las encuestas actuales, su anticipación probablemente supondría un suicidio político de Pedro Sánchez.

Los que tienen interés en el adelanto son Alberto Núñez Feijóo y Pablo Iglesias. El primero anhela convertir en realidad la intención de voto actual de los electores. El segundo impedir que Yolanda Díaz tenga tiempo de consolidar su nuevo proyecto político. Si no lo consigue, será una candidata muy dependiente de Podemos, sean cuáles sean las siglas con las cuales se presente. Por lo tanto, una marioneta de él.

Desde mi perspectiva, en ellos está la clave del 'runrun' del adelanto electoral. Detrás de un rumor, por insistente que sea, siempre hay alguien interesado en su conversión en realidad. Una cosa muy frecuente en la política de cualquier país y en las grandes empresas, sea como sea su origen.