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Oriol Junqueras i Vies
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Contener la inflación sin paro, otro reto

Decía en el anterior artículo que la política monetaria expansiva, empujada para salir de la crisis de los años 2008 al 2012, podía ver compensado su riesgo inflacionario con el cambio tecnológico. Sin embargo, hay dos fenómenos imprevistos que han impedido esta compensación. Primero, los confinamientos necesarios para hacer frente a la Covid, que rompieron las cadenas globales de suministro. Y, acto seguido, la invasión rusa de Ucrania, con el consiguiente choque energético. De manera que la demanda mayor inducida monetariamente no se ha encontrado con una mayor oferta derivada del cambio tecnológico -cómo habría sido deseado e, incluso, previsto-, sino al contrario. Como consecuencia, la inflación ha escalado a niveles nunca vistos desde hacía décadas.

Una vez comprobada que la subida de precios no ha sido puntual y transitoria, las autoridades monetarias han empezado a subir los tipos de interés, esperando una ralentización de la actividad económica que ayude a contener la inflación sin generar paro. Cosa casi imposible. Por eso, y aunque de momento los precios han reducido su ritmo de subida sin afectar negativamente al empleo, hace falta estar atentos a la primera señal de alarma y disponer de herramientas para minimizar el coste social que supondría un paro disparado.

Las autoridades monetarias han empezado a subir los tipos de interés, esperando una ralentización de la actividad económica que ayude a contener la inflación sin generar paro. Cosa casi imposible.

La mayor recaudación que tiene el Estado vía impuestos indirectos - “gracias” a la inflación- ofrece algunas alternativas para proteger la ciudadanía que hay que sopesar con mucho cuidado. Sería bueno descartar medidas que cronifiquen la inflación que se quiere combatir -como la indexación de precios y salarios- y que puedan generar un diferencial negativo de precios con los socios del euro. Y es que nuestra competitividad quedaría afectada. Esta segunda posibilidad, inevitablemente, pide una cierta alineación de políticas con los países de más peso en la Unión Europea. Alemania, por ejemplo, ya ha decidido impulsar un potente programa de ayudas en las empresas que tiene como objetivo compensar el incremento de costes energéticos e incentivar inversiones en eficiencia energética.

De hecho, esta es una manera de incentivar el cambio tecnológico del que hablaba en el anterior artículo y que históricamente ha sido la principal vía de reducción de costes. Al mismo tiempo, no podemos menospreciar la posibilidad de rebajas del IVA como una vía de compensación que ya ha sido propuesta por algunos sectores productivos. En términos nominales, hay que tener en cuenta que el IVA está alcanzando récords de recaudación en la actualidad. Además, el hecho de incentivar la eficiencia energética incidiría en la necesidad de que las administraciones públicas y las empresas trabajaran con más coordinación para sacar el máximo partido de los fondos Next Generation.

El hecho de incentivar la eficiencia energética incidiría en la necesidad de que las administraciones públicas y las empresas trabajaran con más coordinación para sacar el máximo partido de los fondos Next Generation.

Si, a pesar de eso, cayera la actividad económica, es cierto que sindicatos y patronales alemanas han estado siempre capaces de ponerse de acuerdo para reducir las horas de trabajo, en vez de reducir el número de trabajadores. Una posibilidad como esta sería aplicable si la situación fuera realmente crítica. Al mismo tiempo, podría ser un punto que se podría incluir, a iniciativa sindical, dentro del esperado pacto de rentas con las patronales, con el fin de garantizar que los posibles sacrificios de los trabajadores, en términos de aumentos salariales por debajo del IPC, no sean en vano y multipliquen los beneficios.

He aquí, pues, tres tipos de medidas que la administración podría impulsar, con los mayores recursos obtenidos vía inflación, para evitar cronificarla, para minimizar el paro potencial y el riesgo de divergencia con los socios del euro: compensar los costes energéticos, incentivar la eficiencia energética y, en caso de que se confirme el aumento del paro, incentivar la reducción del número de horas antes que el número de trabajadores.

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