Opinión
Jordi Cabré
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¿Quién empezó el incumplimiento?

Cualquier observador internacional que investigue qué ha llevado la crisis catalana hasta aquí, y haga un poco de arqueología, entenderá rápidamente que se trata de una ruptura del pacto constitucional del 78. Este pacto, lleno de ambigüedades y trampas toleradas por todos lados, se podía interpretar como un punto de salida o bien como un punto de llegada. En Catalunya se entendió que era un pacto de mínimos, en términos de autogobierno, y en España se entendió mayoritariamente que los límites quedaban bien establecidos. Fuera como fuera, el pacto estaba: no romperemos el juguete. Y el juguete se ha roto. ¿Quién ha sido?

“Todo se remonta a la sentencia del Estatut”. Sí, de acuerdo, pero el compañero explicará a la “seño” que pretender cambiar las normas del juego, mediante una reforma estatutaria, es una operación que no se puede hacer a la carta. Parece razonable, dicho así. Incluso se puede decir que, después de la sentencia, Mas intentó negociar con Rajoy un pacto fiscal y que ante la negativa decidió poner en marcha todo el procés. ¿Todo, por un pacto fiscal infructuoso? ¿Eso legitima a poner en marcha la máquina de la secesión? ¿Lo ve, “seño”? Están intentando cambiar las normas a su medida y no tienen en cuenta el criterio de los otros jugadores.

Incluso se puede decir que, después de la sentencia, Mas intentó negociar con Rajoy un pacto fiscal y que ante la negativa decidió poner en marcha todo el proceso

Incluso una vez empezado el conflicto, los argumentos son simétricos: la mayoría de catalanes apelan a la “democracia”, es decir, a poder votar un referéndum, y la inmensa mayoría de españoles apelan a la “democracia”, es decir, a la imposibilidad de poder hacer un referéndum. Pero como no lo impide el Código Penal, me he tenido que inventar un delito de sedición no violenta que ya sé que usted me tumbará en Luxemburgo o en Estrasburgo, “seño”, pero entiéndame que alguna cosa tenía que hacer. No me han dejado opción. Y además, como ha quedado bien claro, empezaron ellos. 

La mayoría de catalanes apelan a la “democracia”, es decir, a poder votar un referéndum, y la inmensa mayoría de españoles apelan a la “democracia”, es decir, a la imposibilidad de poder hacer un referéndum

Probablemente, el observador internacional concluirá que da igual quien empezó, sino que lo importante es constatar que hay un cadáver. Que el pacto constitucional español está muerto, como demuestra no solo el proceso catalán, sino todo el show del Consejo General del Poder Judicial. Quim Nadal propone volver al Estatut reformado, y reescribir la historia con buena fe. El problema, “seño”, es que la historia está escrita. Ya no es que se haya roto un pacto, es que nos han roto la cara. Es que nos han anulado la autonomía. Es que ya no queremos ningún Estatut pactado con abusadores. Por lo tanto, solo le pedimos que haga el posible para cambiarnos de clase, o de escuela, o incluso para establecer una razonable orden de alejamiento.

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