Opinión
Ernest Benach
opinión

Liderar es difícil

Zygmunt Bauman definió el concepto de sociedad líquida, modernidad líquida o amor líquido para explicar lo que estamos viviendo ahora mismo a muchos niveles. Básicamente, lo que nos viene a decir Bauman es que las realidades sólidas, aquellas de toda la vida, ya no es. El trabajo no solo no es para siempre, sino que las nuevas generaciones tienen una tendencia clara a querer cambiar cada cierto tiempo, la educación empieza a superar el valor que se daba en la memorística para caminar hacia proyectos más integrales, la política, a pesar de todo, empieza a coger nuevas formas de relacionarse con la ciudadanía, el periodismo está cambiando los modelos de negocio y el matrimonio para toda la vida ha dado paso a familias muy diferentes y nuevas concepciones del amor y las relaciones. Para no hablar del papel de las religiones, de la evolución de los modelos empresariales, de la Universidad o la tecnología.

Pues bien, en esta sociedad líquida, liderar es difícil. Y lo es en todos los ámbitos, da igual que hablamos de política, de empresa, de un club deportivo o de una ONG. Los cambios que nos acercan a esta sociedad líquida a menudo cuestionan los modelos de liderazgo. Ser líder hoy, requiere probablemente de otros valores que hasta ahora no se tenían en cuenta, y, en cambio, implica renunciar a habilidades que hasta ahora eran consideradas como muy valiosas. Liderar hoy significa compartir, y no es fácil. Liderar en nuestra sociedad significa ser generoso, y es muy difícil. Liderar en el mundo líquido obliga a ser capaz de transformar y arriesgar, pero al mismo tiempo a hacer de la humildad un valor y una bandera. Y no tener ni vergüenza ni complejos por el hecho de ser capaz de liderar.

Liderar hoy significa compartir, y no es fácil. Liderar en nuestra sociedad significa ser generoso, y es muy difícil. Liderar en el mundo líquido obliga a ser capaz de transformar y arriesgar

Vivimos en un momento de cambios muy profundos. De hecho, somos los protagonistas de un giro en la historia de la humanidad, pero como somos los protagonistas y nos está pasando ahora mismo, no tenemos la perspectiva suficiente para acabar de valorar lo que está pasando. Pero el mundo que viene será diferente de lo que hemos vivido hasta hace muy poco. No hay que mirar muy atrás para comprobarlo. Y construir este mundo que viene, con unas complejidades globales enormes, requiere miradas diferentes. 

Abordar la emergencia climática, el diálogo norte-sur que puede acabar siendo el conflicto norte-sur, o quizás este – oeste, los riesgos de un capitalismo a menudo desbocado, y tantos otros retos que nos plantea el siglo XXI requiere liderazgos fuertes, pero tan líquidos como pregonaba Bauman. Y el drama es que no nos han formado, ni hemos formado, ni estamos formando estos nuevos modelos de liderazgo. Porque, eso seguro, serán modelos de liderazgo diversos, con un papel predominante de las mujeres, y con valores que hoy quizás ni siquiera sospechamos que lo pueden llegar a ser.

Seamos conscientes de que no sólo los liderazgos son necesarios, sino que tenemos el inmenso reto de saberles redefinir, porque los modelos vigentes ya están desfasados

En el mundo actual liderar es difícil. A menudo parece que asumir liderazgos signifique tener que justificarse o incluso tener que pedir perdón, o que haga cierta vergüenza ponerse en frente. Y quizás más que criticar y sacrificar aquellos que están dispuestos a liderar, lo que hace falta es que seamos conscientes de que no solo los liderazgos son necesarios, sino que tenemos el inmenso reto de saberles redefinir, porque los modelos vigentes (y hay muchos ejemplos) ya están desfasados. No hay que poner ejemplos, pero es evidente que liderar es difícil.

Categoría: Opinión
Etiqueta: Economía