Opinión
Joan Julibert
opinión

La memoria selectiva

En pocos días hemos escuchado al máximo dirigente del PP acusando al PSOE de querer atizar la discordia con el recuerdo de las peleas entre abuelos, en referencia a la ley de memoria histórica que está impulsando el Gobierno central, y a quien fue ministro del interior en los primeros ejecutivos de Felipe González justificando los crímenes inaceptables de la guerra sucia contra ETA. 

No hay que decir, que este país no pasará página del horror de la dictadura franquista hasta que no se pueda restituir a todas sus víctimas y se ponga luz a todas y cada una de las atrocidades que marcaron tantas generaciones. Definir aquel periodo como una batallita de los abuelos o bisabuelos es una banalización intencionada para no rendir cuentas por parte de quien han sido con los tiempos beneficiarias de los espolios y robos de la dictadura, de los que han vivido de los réditos de los torturadores y verdugos, y de los que en cierta manera no quieren ninguna lección histórica porque quizás creen eran actos justificados. 

Definir aquel periodo cómo una batallita de los abuelos o bisabuelos es una banalización intencionada para no rendir cuentas

El silencio durante la transición democrática fue una forma de amnesia colectiva que permitió que los que colaboraron, cuando no ejecutar, aquellos crímenes, pudieran mantener su estatus y su impunidad, a través de un chantaje que se denominó ley de amnistía. Lo peor de aquel silencio es que abrió la puerta a una impunidad que se mantendría en democracia. Aquellos silencios explican en parte los periodos oscuros de aquella transición en qué también hubo torturas y crímenes execrables. 

El PSOE tendría que ser capaz de pedir perdón por aquellos hechos y que pidiera también total transparencia y responsabilidades

Algunos nos los ha recordado con total impudicia quién fue ministro del Interior, José Barrionuevo, en una entrevista en que justifica los crímenes de estado en la persecución de ETA. Ahora que el PSOE está tan interesado en la memoria histórica, haría falta que también fuera capaz de pedir perdón por aquellos hechos y que pidiera también total transparencia y responsabilidades. Porque si no lo hace, no solamente será cómplice, sino que además demostrará que su apuesta por la memoria histórica es una apuesta en realidad por la memoria selectiva. 

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