Opinión
Oriol Ribet i Casademunt
opinión

Inflación y hábitos de la ciudadanía

La inflación y sus efectos en el poder adquisitivo se han convertido los últimos meses en un tema de gran preocupación ciudadana. Y con razón, porque después de una década y pico de dinero barato y subidas de precios muy moderadas, el escenario ha cambiado del todo y en muy poco tiempo. De las causas de la inflación y de las recetas de los bancos centrales para controlarla (las famosas subidas de tipo de interés para moderar la demanda) se ha hablado mucho. Por el contrario, de qué puede hacer al consumidor en un escenario de este tipo, quizás no mucho. Y es un aspecto, relevando de la cuestión, porque está en nuestras manos hacer más cosas de las que nos pensamos.

De las causas de la inflación y de las recetas de los bancos centrales para controlarla se ha hablado mucho. Por el contrario, de qué puede hacer al consumidor en un escenario de este tipo, quizás no mucho

Cogemos como punto de partida el sector de la telefonía y el acceso a internet. Es paradigmático porque es uno de los pocos ámbitos donde hay deflación, es decir, caídas de precios. Y no de ahora, si no de hace muchos años. Cuando el sector se liberalizó, los años 90, aquel operador único que era Telefónica vio crecer competidores que, hoy, son tanto empresas multinacionales extranjeras como pequeños operadores que compiten con los grandes usando la red que, por ley, les tiene que proporcionar Telefónica. Pero hay otro factor que ha favorecido la rebaja de precios: se trata de un sector donde los ciudadanos tienen muy claro que, periódicamente, tienen que revisar las condiciones de su contrato, y compararlas con las ofertas del mercado. Eso mismo hace falta hacer, a partir de ahora, con el consumo de otros bienes como el gas o la electricidad, donde décadas de precios bajos -y de prácticas poco transparentes por parte de las compañías suministradoras- han hecho que el consumidor se haya despreocupado.

El caso de la Tarifa de Último Recurso de gas, la TUR, de la cual se ha hablado tanto las últimas semanas, es paradigmático. Todos los consumidores domésticos tienen acceso, y es una tarifa con precios inferiores a los de mercado gracias a la subvención que recibe del Estado.

Desgraciadamente, centenares de miles de personas seguirán pagando, este invierno, precios muy por encima de los que fija el gobierno en la TUR. Lo harán por desconocimiento y, también, por las trabas con las cuales, inevitablemente, se tendrán que enfrentar cuando quieran abandonar su tarifa actual del mercado libre para pasar a la TUR. Si persisten, sin embargo, conseguirán un ahorro enorme, que puede ser de centenares de euros al cabo del año.

Desgraciadamente, centenares de miles de personas seguirán pagando, este invierno, precios muy por encima de los que fija el gobierno en la Tarifa de Último Recurso del gas

Lo mismo podemos decir de uno de los subsectores más inflacionarios según la última estadística: la alimentación. También aquí, como en la telefonía o la energía, la competencia entre operadores es enorme. Además, el acceso a internet proporciona una herramienta enorme para hacer comparaciones y evitar pagar sobreprecios en caso de que algún establecimiento pretenda encarecer productos por encima del precio de mercado.

Y si el control del gasto en el consumo es trascendental, el análisis de las opciones donde canalizar el ahorro no lo es menos. Todavía hoy, muchos ciudadanos depositan en cuentas corrientes no remuneradas centenares de millones de euros que, con el grado de riesgo que uno quiera, se pueden invertir en activos de renta fija y variable que, con un horizonte temporal de medio y largo plazo, evitan la pérdida de poder adquisitivo que inevitablemente comporta una inflación alta. La cultura financiera del país es todavía baja, y eso implica un cierto pánico a asumir riesgos que, como todo en la vida, tienen que ser moderados y adecuados al perfil de cada uno. También las entidades financieras han hecho los deberes y, cada vez más, juegan un papel activo asesorando a sus clientes.

Todavía hoy, muchos ciudadanos depositan en cuentas corrientes no remuneradas centenares de millones de euros que, con el grado de riesgo que uno quiera, se pueden invertir en activos de renta fija y variable

En definitiva, de esta crisis inflacionaria saldremos cuando el entorno internacional y las políticas de los bancos centrales lo hagan posible. Sin embargo, mientras tanto, también los consumidores tenemos que hacer los deberes, y ser muy conscientes de cómo gastamos y de cómo ahorramos.

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