Opinión
Saül Gordillo
Opinión

Compás de espera hasta los presupuestos

Lluís Salvadó, vicesecretario general de coordinación interna y diputado de ERC en el Parlament, relevará a Damià Calvet como presidente del Port de Barcelona, uno de los cargos más valiosos de los cuales Junts ha prescindido con su salida del Govern. Salvadó es un hombre de partido, poderoso en las Terres de l'Ebre, y uno de los imputados como organizador del referéndum del 1-O todavía pendiente de juicio. La reforma del Código Penal, sobre todo si se acaba rebajando la malversación o si esta decae en el caso de los acusados por el delito desaparecido de sedición, y el punto de inflexión judicial que supone la absolución esta pasada semana de la antigua mesa del Parlament con su expresidente Roger Torrent al frente tendrían que beneficiar a cargos independentistas que se tendrán que sentar en el banquillo de los acusados como Lluís Salvadó.

El president de la Generalitat, Pere Aragonès, ha incorporado a su gobierno a independientes exsocialistas como Joaquim Nadal, exconvergentes como Carles Campuzano, expodemitas como Gemma Ubasart y excupaires como Mireia Boya, pero a la hora de escoger un cargo tan relevante como la presidencia del Port de Barcelona ha optado por un hombre del aparato republicano que probablemente será inhabilitado para cargo público. Que Damià Calvet, que todavía prometía una brillante carrera política si no hubiera perdido estrepitosamente ante Laura Borràs en las primarias de Junts, se vaya a casa es uno de los muchos impactos en la moral de la tropa juntaire que no quería romper el ejecutivo con ERC.

Que Damià Calvet se vaya a casa es uno de los muchos impactos en la moral de la tropa juntaire que no quería romper con ERC

La semana política ha dado otras imágenes y momentos interesantes, más allá de la absolución de Roger Torrent y de la elección de Lluís Salvadó. Socialistas y juntaires se han aliado para reprobar en el Parlament al conseller de Interior, Joan Ignasi Elena, víctima, entre otras cosas, de querer hacer política con un cuerpo policial acostumbrado a no dejarse mandar. La seguridad formará parte de los ejes de la campaña electoral de las municipales, y el caso de Barcelona no resulta ajeno. Además, el PSC de Salvador Illa tiene la necesidad de marcar perfil de oposición con un Govern en manos de ERC que acaba de conseguir dos hitos relevantes en el Congreso de los Diputados: transferencias de 900 millones de euros en infraestructuras con los nuevos presupuestos del Estado, que incluyen inversiones territorializadas por valor de 90 millones más —algún alcalde y algún candidato podrá sacar pecho—, y la derogación del delito de sedición con la reforma del Código Penal.

Que la negociación entre gobiernos funcione no quiere decir que en el Parlament el jefe de la oposición socialista no tenga que poner a Pere Aragonès contra las cuerdas de vez en cuando

Que la negociación de la mesa entre gobiernos español y catalán y entre grupos parlamentarios socialista y republicano en Madrid funcione, más allá del ruido de Twitter, no quiere decir que en el Parlament el jefe de la oposición y presidenciable socialista no tenga que poner a Pere Aragonès contra las cuerdas de vez en cuando. El conseller exsocialista Elena, ahora junquerista, ha sido la primera víctima de esta voluntad expresada por la portavoz socialista Alícia Romero de ir reprobando a consellers cuestionados. Ya puede ir espabilando el Govern Aragonès si no quiere que la pinza PSC-Junts vaya desgastándolo en este compás de espera extraño que hay hasta la aprobación de los presupuestos de Barcelona y de la Generalitat, o la prórroga de los segundos en caso que ERC no sume más aliados aparte de los comunes.

Ya puede ir espabilando el Govern Aragonès si no quiere que la pinza PSC-Junts vaya desgastándolo en este compás de espera extraño que hay hasta la aprobación de los presupuestos

Los puentes y las fechas navideñas harán que el interés de la población, que como todo el mundo sabe es elevadísimo últimamente por la política, con la aprobación de las cuentas catalanas de Jaume Giró (Junts) y Natàlia Mas (ERC) se vaya diluyendo como un terrón de azúcar. Con presupuestos, al president Aragonès le queda cuerda hasta el 2024. Sin presupuestos, las especulaciones sobre elecciones en el Parlament se activarán la misma noche de las elecciones municipales en función de los resultados, o en junio una vez se hayan constituido los ayuntamientos en función del caos de pactos que se avista en el conjunto de Catalunya. Sospecho que a la mayoría de alcaldes y alcaldables les gustaría empezar la precampaña municipal pasado Reyes sabiendo que los presupuestos de la Generalitat con el PSC o con Junts —si no abandona la centralidad en beneficio de los socialistas— no forman parte de su ecuación. Porque si no vamos aclarando escenarios y dando pasos de gobernabilidad, Catalunya será un embrollo.