Opinión
Saül Gordillo
Opinión

Aragonès-Junqueras

Pere Aragonès proviene de una familia con tradición de mandar y lleva en política desde muy jovencito. Su llegada a la presidencia fue tan accidentada como la de Carles Puigdemont o Quim Torra. A diferencia de estos últimos, el actual president de la Generalitat no tiene que estar vigilando permanentemente su espalda porque su predecesor o su partido lo quiera condicionar o darle la lata.

Puigdemont tuvo que distanciarse de la sombra de Artur Mas, e incluso expulsó a los consellers más masistas de su Govern antes del 1-O. Torra tenía la sombra del carisma de Puigdemont que lo tapaba desde Bélgica, y nadie en el partido lo defendía más allá de un pequeño círculo en torno a Laura Borràs con perfume de Reagrupament.

Pere Aragonès y Oriol Junqueras, en cambio, están en línea y allí donde algunos ven posibles tensiones yo veo un reparto claro de papeles. Sólo Jordi Pujol podía hacer de presidente de lunes a sábado, y de líder de partido con sus mítines del domingo y actos con sus juventudes. Ahora este despliegue pujolista lo está haciendo el tándem Aragonès-Junqueras, al más puro estilo PNV. El gobernante y el hombre de partido. Una máquina suiza, calibrada desde Ginebra por Marta Rovira, que tiene unos cuantos retos por delante antes de las municipales, y ninguno de ellos menor.

Pere Aragonès y Oriol Junqueras están en línea y allí donde algunos ven posibles tensiones yo veo un reparto claro de papeles

En Junts demasiada poca gente está viendo que a Aragonès cada día que pasa se le está poniendo más cara de president. Creen que con una oposición agresiva tumbarán el ejecutivo de ERC. Contradictoriamente, unos cuantos de Junts sueñan con una sociovergencia con Salvador Illa, y otros juegan peligrosamente con el intento de deslegitimar las instituciones catalanas. En medio, en Junts, hay gente sensata que todavía no sale de su asombro, y que ponen un cirio a la virgen para que Xavier Trias lo tape todo con un buen resultado en mayo en Barcelona. 

Aragonès y Junqueras se aferran a la mesa de negociación con el gobierno español y esperan que la coincidencia con la tramitación de los presupuestos del Estado les aporte algún triunfo: la desjudicialización como avance en la llamada agenda anti-represiva. Primero desjudicialización, después presupuestos del Estado, ganar tiempo en Catalunya y, si hace falta, alargar con prórroga los presupuestos de la Generalitat para no tener que depender del PSC más de la cuenta en caso de que en Junts no se imponga el sentido común.

Primero desjudicialización, después presupuestos del Estado, ganar tiempo en Catalunya y, si hace falta, alargar con prórroga los presupuestos de la Generalitat

ERC tiene la llave en Madrid y la puede tener en el Ayuntamiento de Barcelona, a nivel presupuestario. Usar estas llaves le da fuerza al PSC, y a ERC no le conviene caer en la trampa del frame de un tripartito. En la medida que Illa esté dispuesto a jugar con estos tempos y no se vea tentado en presentar una moción de censura, el equilibrio con Aragonès será posible en beneficio de la estabilidad en el Congreso y en el Parlament. Al president de la Generalitat le conviene profundizar en la negociación con Pedro Sánchez sin humillar a Salvador Illa, que tampoco tiene cara de dejárselo hacer. Y a Salvador Illa le conviene recuperar el protagonismo perdido, en un Parlament sin presidencia por culpa de una presidenta que hacía de jefa de la oposición en Twitter y en los medios, sin incomodar a Pedro Sánchez.

Eso, a la práctica, tendría que querer decir descartar mociones de confianza y de censura, no pensar ni un minuto en elecciones catalanas antes de las generales y, tarde o temprano, aprobación presupuestaria del Estado y de la Generalitat para evitar que las prórrogas hagan perder dinero e inversiones que necesita la ciudadanía. ¿Cómo se liga todo eso? Sólo depende de ERC y PSC. A no ser que Junts sorprendiera recapacitando.