Opinión
Joan Julibert
opinión

La verdadera ideología de género

Occidente está siendo sacudida en la última década por movimientos políticos que tienen en la involución su sello de presentación, formaciones que miran a través del retrovisor para responder las incertidumbres del futuro y buscan soluciones que presentan como una cuna cultural de seguridad y felicidad. Es una oleada creciente que tiene en la insatisfacción, la ira y la rabia de ciudadanos desencantados su gasolina y que basan su doctrina a volver a los tiempos en qué los poderes firmes aseguraban una estabilidad basada en realidades inmutables a partir de estructuras inmóviles que beneficiaban el statu quo. Una mirada que incluso sitúan previos a la ilustración, la revolución ideológica y cultural más importante de la historia. 

Hay ideología de género, y es la que defienden ellos y la que se ha impuesto a lo largo de la historia de la humanidad desde que se conocen las organizaciones humanas

Eso explica en gran parte discursos machistas, homófobos y revisionistas. Se trata de combatir cualquier forma de disidencia que cuestione el poder estanco basado en el control social, en el que la libertad y los derechos se restringen solo a aquellos que las pueden ejercer, como un merecimiento natural, como una situación inapelable, indiscutible. Y es en este punto que crece la verdadera ideología de género. Porque sí, tienen razón los líderes de estas corrientes políticas, hay ideología de género, y es la que defienden ellos y la que se ha impuesto a lo largo de la historia de la humanidad desde que se conocen las organizaciones humanas. 

Es la ideología que defiende los intereses de una forma de masculinidad que sitúa a las personas en la escala social según su género. O dicho de otra manera, la doctrina política que otorga unos roles determinados a los diferentes géneros basados en la dominación de los unos sobre las otras. Llama la atención que quien hace de la ideología de género uno de los principales ejes para definirse acuse a quién intenta combatirla de hacer. El feminismo no es una ideología, en todo caso es una forma de disidencia política contra una forma de poder que oprime y discrimina una parte de la población, y que busca las fórmulas para paliar los efectos nocivos de unas formas de control social que hacen que una parte de la ciudadanía no pueda desarrollarse con libertad y en una situación de igualdad respecto de los que hasta ahora han aprovechado los privilegios de la ideología de género real, la que durante más de 2.000 años ha gobernado el mundo.  

El feminismo no es una ideología, en todo caso es una forma de disidencia política contra una forma de poder que oprime y discrimina una parte de la población

Por eso, hoy el feminismo se convierte como la forma más contundente para hacer frente a movimientos en medievales y retrógrados, porque en su manera de plantear la lucha está la esencia misma de la sociedad que se contrapone a la que ofrecen estos grupos políticos. El establecimiento de mecanismos de corrección a la discriminación sistémica de los grupos no normativos según la ideología de género, es, sin duda, la forma más revolucionaria, porque no trata de defender intereses e interpela a todo el mundo por igual, también en aquellos que han sido los grandes beneficiarios de una ideología que se ha basado al maltratar la mitad de la población y servirse de ella

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