Opinión
Eduard Pujol i Bonell
opinión

Pere Macias, el Houdini de Rodalies

Los unos dicen hacer tele con vocación de servicio, otros sencillamente dicen hacer tele. El sábado pasado en #elFAXde8tv se habló de trenes y de la Renfe con Pere Macias, que es el coordinador del Plano de Rodalies.

La pregunta era clara: ¿Rodalies tiene solución? Y Macias, exconseller de Territorio y en su momento diputado de CiU a Madrid, estuvo muy bien. Si se trataba de defender Renfe, el exalcalde de Olot estuvo brillando. De hecho, intentó hacer desaparecer la realidad, como si la negligencia secular de este triángulo bermudeño que forman Renfe, Adif y el Ministerio, se pudiera esconder bajo la alfombra, con un discurso sereno y amable. Lo probó, pero no salió adelante.

Aparte de Macias, se escucharon los alcaldes de Puigcerdà, de Vilafranca del Penedès, de Manresa y la alcaldesa de Tortosa. Cuatro testigos diáfanos, contundentes, de queja civilizada, pero que están hasta la coronilla.

El programa certificó lo que ya me imaginaba: el lío de Rodalies es tan grande que no es suficiente con juegos de manos. Es evidente: ni Houdini saldría adelante

Solamente un par de detalles. El alcalde de Manresa, Marc Aloy, explicó que hoy la gente de la Catalunya central tarda lo mismo que hace un siglo para llegar a Barcelona en tren. Prácticamente, una hora y media que es como ir a Zaragoza Delicias con el AVE. De Tortosa a Tarragona, por lo que dijo la alcaldesa Roigé, también se necesita más de una hora de viaje, y si quieren llegar a Barcelona, dos y medio, una cifra de ciencia-ficción, "más que cuando estudiaba la carrera, en los años noventa,” puntualizó. 

El programa certificó lo que ya me imaginaba: el lío de Rodalies es tan grande que no es suficiente con juegos de manos. Es evidente: ni Houdini saldría adelante. Hoy ya no es suficiente con una triangulación de razones, de circunstancias y de imponderables que hace años quizás sí que habrían apaciguado el fastidio general, pero hoy, no. A Renfe&Cia les toca aceptar la obsolescencia y el punto donde estamos, y tienen que evitar la tentación de querer convertir la pesadilla de cada día en uno "donde está la bolita" infinito y agotador porque el usuario está harto de la toma de pelo. Cuando no es la legislación de seguridad son los jabalíes atravesando la vía (textual, no es un recurso creativo para hacerlo grande) o la catenaria, que no es del operador porque es de Adif.

El sábado me tocó preguntar. Preguntar poniéndome en la piel del usuario que a las ocho de la mañana espera un tren en el andén de cualquier estación y el tren, por desgracia, llega tarde, se detiene o no llega. Macias es gato viejo. Procuré no distraerme ni quedar enterrado en medio de unas explicaciones larguísimas, tan cargadas de detalles como desviadas de la pregunta formulada. Intenté repreguntar cuando el tedio de la explicación hacía perder el hilo. Y el cierto es que no tengo claro que saliera adelante. ¿Por qué lo digo? Pues porque en Macias es ingeniero, está preparado, se mueve bien, tiene la formación y el conocimiento adecuado, cosa que no pasa siempre.

Esta vez sí, Renfe, o Adif, o el Ministerio, o los tres a la vez, han escogido bien. Lo han clavado otorgando a Pere Macias la responsabilidad de hablar de Rodalies. Tengo claro que es el mejor portavoz que han tenido nunca porque es un portavoz que gestiona bien la carga política que asume. Cosas de la vida, antes de defender Renfe, Macias había cargado contra Renfe. Es decir, el coordinador del Plano de Rodalies conoce bien el relato de la queja, ha estado en la otra banda del debate y de las razones, y eso lo convierte en un central de la vieja escuela, contundente, casi de la Argentina de Bilardo. Macias practica el no pasarán cuando, con más razón que un santo, alguien osa criticar Rodalies. Durante años Macias lucía la camiseta convergente, era quien ponía voz a la queja, quien representaba el "catalán fastidiado" —que Enric Juliana bautizó en La Vanguardia. Ahora el exconseller ha hecho un triple salto mortal y ya no hace de delantero, ahora es defensa. El sábado Macias estuvo bien porque aceptó el reto hablar —eso, para Rodalies, ya es una novedad— y porque sabe jugar con lo que quiere decir, lo que puede decir y lo que tiene que decir. Cuándo habla, en frente no tiene usuarios saturados de excusas, a menudo perplejos y estresados por una nueva avería. Su trabajo es diferente, va más allá, no es puntual. Consiste en convencernos —en todos— de que Rodalies tiene solución.

En Macias es un habitante de la Garrotxa —comarca que perdió el tren hace décadas— que conoce poco Alcazar de Sanjuan y mucho el país. En este sentido, el salto es estratosféric

Insisto, la conversación en #ElFAXde8TV fue interesante sobre todo porque Rodalies, manden los unos o manden los otros en Madrid, nunca había tenido una voz potente para|por explicarse. El trabajo en prensa del incombustible Antonio Carmona es de mérito, pero es otra cosa: se centra en el pim-pam-pum de cada día. Ahora hablamos de construir un relato creíble a medio plazo.

En Macias es un habitante de la Garrotxa —comarca que perdió el tren hace décadas— que conoce poco Alcazar de Sanjuan y mucho el país. En este sentido, el salto es estratosférico. Ahora bien, a la intervención televisiva de Macias le fallaron dos cosas. Una, que la realidad la acompañara, que no es poca cosa. Para lucir, Macias necesitaría que Rodalies no fuera como es, una telaraña inacabable de averías. Y dos, la empatía. El punto de partida de quien no tiene razón no puede ser obviar el desastre actual como si los ciudadanos viviéramos engañados. El punto de arranque no puede ser la negación de la realidad porque, cuando la niegas, los usuarios se sienten estafados y defraudados. Tanto es así que, a pesar de saber que durante años y años Madrid ha incumplido todos los planes de inversión, se hace increíble escuchar Macias insistiendo —como si esta fuera la clave— que, aparte de Adif, de Renfe y del Ministerio de turno, la Generalitat también tiene responsabilidad en la confusión actual. Macias lo dice sin hacer ninguna mueca extraña, cosa que, la verdad, es sorprendente.

Formalmente, es cierto, la Generalitat forma parte del plano de Rodalies, pero obviar el histórico, la película de los últimos treinta años, maquillar el desinterés del Estado, el pasotismo y menosprecio que nos ha llevado a una situación de colapso incomprensible, parece una broma de mal gusto.

Dicho esto, Macias puede pasar a la historia, si lo dejan, si le dan tiempo y dinero, para repetir el éxito de Mercè Sala antes de los juegos del 92, que fue capaz de lavar la cara al servicio de Rodalies. Pero Macias necesita más verdades que razones. Más empatía que negaciones. Más la viga en el ojo propio que la paja en las líneas de Ferrocarrils, porque en Catalunya no hay nadie caudal que no cambiaría el funcionamiento de Renfe por el de los ferrocarriles de la Generalitat. Nadie.

En definitiva, Pere Macias es solvente y tiene experiencia en la gestión. Pero si quiere explicar un futuro diferente de lo que tenemos, primero se tiene que empapar de empatía y tiene que pedir perdón. Sí, un perdón sincero a los usuarios en nombre de esta santísima trinidad que forman Renfe&Cia.

Querer esconder la gran chapuza de Rodalies a base de verbo y de oficio tiene un peligro. Un peligro tan grande como que la realidad te desmienta. No han pasado ni cinco noches de la conversación en #ElFAXde8TV, de que el país se ha levantado con el susto de saber que dos trenes de Rodalies han chocado a la estación de Montcada i Reixac.

En definitiva, Pere Macias es solvente y tiene experiencia en la gestión. Pero si quiere explicar un futuro diferente de lo que tenemos, primero se tiene que empapar de empatía y tiene que pedir perdón. Sí, un perdón sincero a los usuarios en nombre de esta santísima trinidad que forman Renfe&Cia.

Escuchar Salvador Illa, un hombre prudente y mesurado, enviando pelotas fuera, diciendo que no es la hora de reproches sino de ir todos a la una, o de la ministra Raquel Sánchez, exalcaldesa de Gavà, diciendo que este tipo de choques son inevitables, es una toma de pelo. No hay que defender el Gobierno ni los socialistas las veinticuatro horas del día. Ya se saben defender solos, caray. A veces, si eres catalán, solamente hay que defender Catalunya y los catalanes. Es de una simplicidad y de un sentido común que me extraña que Illa no practique. La credibilidad del discurso político también es eso. Renfe y Adif no son un equipo de fútbol. Renfe no es el Madrid y los FGC el Barça. No, eso no es fútbol, no va de camisetas ni de escudos. Tampoco de hacer la independencia. Va de ir al trabajo y de volver a casa a la hora y sin sorpresas.   

Quizás sí que habrá un día que se puedan justificar una por una las razones de un accidente, pero hoy, no. El día que Rodalies vaya bien, escucharemos matices y detalles sobre una incidencia. Mientras tanto, y por|para mucho que Renfe haya adivinado el casting de quién da la cara, la realidad es tozuda. Rodalies no va bien. No va bien y punto. Tan duro y tan sencillo a la vez. O se ponen seriamente o el día que haya muertes, no habrá ni palabras, ni verbos, ni argumentos, ni tonos pedagógicos y amables que valgan para explicarlo.

Houdini no era un mago, era un escapista”, decía un crío a la película Kamtxatka. En la república de los usuarios de Renfe, ya no es suficiente con el arte de hacer desaparecer la realidad. Hacen falta perdón, verdad y hechos.

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