Opinión
Ernest Benach
opinión

El prestigio de las instituciones

Creo que es una de las frases que más he repetido desde que tengo uso de razón política: “Una nación es su gente, pero también sus instituciones”. 

Fundamentalmente, pues una nación es su gente, y eso no es discutible, pero el papel de las instituciones sirve para articular una nación. Hay muchos factores que ayudan a ser nación, a hacer nación: entre otros, la cultura, la lengua, una cierta manera de entender la vida y la sociedad, unas costumbres, unas tradiciones y todo es susceptible de evolución permanente. Y esta evolución es buena y necesaria. 

Una nación es su gente, y eso no es discutible, pero el papel de las instituciones sirve para articular una nación

Las instituciones son de manera permanente, aunque en determinadas épocas hayan sido perseguidas, disueltas o al exilio. Y, desdichadamente, las instituciones no son lo bastante conocidas en nuestra casa, y no hablo solamente de su historia, sino de su realidad, de lo que hacen, o pueden, o tendrían que hacer, de quién son los responsables, los que las tienen que hacer funcionar. Por ejemplo, más de una vez algunos interlocutores han quedado sorprendidos cuando los dices que la Generalitat de Catalunya es la institución con que se organiza políticamente Catalunya y que es integrada por el Parlamento, la Presidencia y el Govern que son al mismo tiempo instituciones catalanas. Como lo son los Ayuntamientos que articulan el país en toda su amplitud. Haciendo una comparación fácil, pero que es muy significativa, esta red de ciudades y de instituciones locales que las representan, son el nervio de la nación. 

Son tiempos complejos y difíciles para las instituciones. El desprestigio de la política, de los políticos en general, hace tiempo que ha llegado también a las instituciones y ha afectado a su credibilidad. Sólo hay que ver cómo ha ido evolucionando negativamente en las diferentes encuestas publicadas que se han ido haciendo con el paso de los años. Y la política es indispensable para cambiar las cosas, para hacer evolucionar a una sociedad, para resolver los problemas de la gente, pero es que los políticos son indispensables para que todo eso pase. No nos los podemos cargar al fin y al cabo tan a la ligera. 

Y, por lo tanto, las instituciones, que son las que acogen política y políticos, se tendrían que preservar de la batalla partidaria y salvaguardarlas porque sencillamente son de todo el mundo. Gobierne a quien gobierne, las instituciones no son propiedad de ningún partido, son una de las esencias de cualquier nación. Quizás convendría empezar por un pacto entre todos juntos, al menos de los que creen en las instituciones propias, salvaguardarlas y protegerlas.

Hay muchos factores que ayudan a ser nación, a hacer nación: entre otros, la cultura, la lengua, una cierta manera de entender la vida y la sociedad, unas costumbres y unas tradiciones

Escribo estas rayas, justo cuando el Parlament de Catalunya ha conmemorado que hace 90 años, ni más ni menos, que a partir de la legalidad republicana, la institución instalada en el Parc de la Ciutadella por Francesc Macià, empezaba su camino. Y en aquella sesión solemne fue escogido el primer presidente de la institución, el Muy Honorable Lluís Companys y Jover. Hasta hoy ha habido un hilo histórico que ni la guerra, ni la dictadura, ni el exilio pudieron romper. Por eso hoy estamos donde estamos, y por eso también, las instituciones hacen posible la nación. 

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