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Eduard Pujol i Bonell
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PP y PSOE, de tuyas a mías

Pere Calders era mágico. Discreto y a la vez inmenso, Calders escribió el 'De teves a meves', un cuento delicioso. Irónico y fantasioso creaba historias palpitantes y sugestivas. Probó la acidez del exilio y, como si fuera una fechoría imposible, jugaba con mundos de apariencia irreconciliable. Presentaba historias inverosímiles de tan normales que eran. Relataba una cotidianidad radical y se divertía narrando situaciones absurdas, insólitas, extrañas. Al fin y al cabo, era un calderiano convencido.

La política es como la vida, está hecha de giros imposibles, es hija de un novelista fastidiado. Ayer por la mañana puse la Cadena SER. Lo hago poco, la verdad, pero el miércoles escuché los últimos minutos de la semifinal Francia 2- Marruecos 0 y es por eso que por la mañana, al poner en marcha el coche, choqué con un monumento a la paradoja. Un opinador, disfrazado con una voz seria, propia de un momento grave, despotricaba del Partido Popular, de maniobras asquerosas en torno al Tribunal Constitucional. Esta misma ve alertaba de la voluntad enfermiza de cargarse, por parte de la derecha, la separación de poderes y, en definitiva, la democracia española.

La política es como la vida, está hecha de giros imposibles, es hija de un novelista fastidiado

Pura realidad. A diferencia de Calders, esta no era una historia ni irónica ni fantasiosa. Voz grave para un momento grave y para una paradoja XXL. La intervención, larga, ha acabado con uno inapelable: "en el Congreso se tiene que poder hablar de todo". ¡Oh, santas paradojas! Ay "de tuyas a mías", que decía en Calders. Claro que sí, solo faltaría, en un parlamento se tiene que poder hablar de todo. ¿Dónde está la noticia? La raíz de la institución delata su función: al parlamento se habla.

En los meses del proceso, y viendo la tibieza de algunas posiciones teóricamente progresistas, en el atril del parlamento triunfó una cita. Salía cada dos por tres, siempre había alguien hablando de Martin Niemöller, el luterano alemán que pasó de ver con buenos ojos el nazismo a combatirlo convencidamente.

"Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,

guardé silencio,

porque yo no era comunista,

Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,

guardé silencio,

porque yo no era socialdemócrata,

Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,

no protesté,

porque yo no era sindicalista,

Cuando vinieron a buscar a los judíos,

no protesté,

porque yo no era judío,

Cuando vinieron a buscarme,

no había nadie más que pudiera protestar".

El silencio en lugar de la verdad, creer que mirando hacia otro lado puedes ganar alguna cosa -cuatro duros, pura calderilla. En estos momentos de histeria entre los garantes de la democracia española, esta es una imagen útil, pedagógica. Los mismos que aprobando el 155 regalaron el Teletac hacia el Congreso en VOX y a su corso, hoy apelan a derechos y valores para la supervivencia del sistema.

Pero por desgracia, cuando la memoria tiene los pasos cortos, cuando el Tribunal Constitucional sobaba, ordenaba silencios, prohibía debates y ligaba de manos y pies todo un parlamento -adulterando los debates del Parlament de Catalunya-, los que ahora lloran, eran cómplices.

Los mismos que aprobando el 155 regalaron el Teletac hacia el Congreso en VOX y a su corso, hoy apelan a derechos y valores para la supervivencia del sistema

Entonces encontraban razonable la chapucería de las altas instancias de la justicia española. Hablaban de intervención "razonable e imprescindible", en aquellos meses de tensión institucional. Hoy, sin embargo, aquella necesaria acción legal contra el independentismo se los gira en contra.

¡Claro está que las maniobras del PP y el juego del Constitucional son una gran broma! Claro que sí. Pero si juegas con fuego, al final te quemas. A los adictos de la mala política no les puedes dar alas. Tampoco los puedes legitimar porque un día, sencillamente, no los podrás parar.

¡Ay de tuyas a mías! A los Parlamentos, sin excepción, se tiene que poder hablar de todo, solo faltaría. Las mayorías se conforman en las urnas, es pura aritmética. Alterar estas mayorías implorando una causa mayor, como la sagrada unidad de España, es una locura, pero sobre todo, es una manera de hacer trampa.

A los adictos de la mala política no les puedes dar alas. Tampoco los puedes legitimar porque un día, sencillamente, no los podrás parar

El problema es que no hay trampas buenas y otros de semi. La democracia no es una botella de cava, que va del semi al bruto nature. En democracia, hacer trampa es hacer trampa. Hoy Calders mojaría pan con personajes que ahora alertan, asustadizos, de que estamos ante la situación más delicada desde el 23-f. Hablan de golpe de estado, se expresan con voz solemne y cuando fue la hora de Catalunya, empujaron el 'a miedo ellos' con la misma convicción de que lo hacía la derecha de cuartel y toros, de "Soberano se cosa de hombres" y España, "tierra de Soberano".

¡Ay de tuyas a mías! Hacer política de vuelo bajo te lleva a la derrota. Siempre. Los Comunes no fueron valientes a la hora de mojarse por Catalunya y un día Pablo Iglesias tuvo que terminar porque le hicieron todas las trampas del mundo. Muchas más, todas. Y ahora los socialistas -que votaron el 155- se exclaman airados ante la insólita actitud del Constitucional.

El final de esta historia no es un cuento escrito por Calders. ¡Qué más querríamos! Ni ironía ni fantasía. Desconfiad de quien a las ocho de la mañana pide "salvar la democracia" y a las ocho y media habla de "huidos de la justicia", refiriéndose al presidente Puigdemont.

Es verdad, la derecha desacomplejada es un peligro. Hoy campa libre y avanza convencida de que no hay nada que no valga la pena para salvar España. A veces la amenaza son los catalanes, pero a veces, cuando se crea este marco mental, son los “encarnados y separatistas”, sobre todo como, que están despistados y sorprendidos.

La derecha desacomplejada es un peligro. Hoy campa libre y avanza convencida de que no hay nada que no valga la pena para salvar España

Y ¿ el PSOE?, un coro de voces desafinadas con una partitura escrita por los Guerra, Garcia Page o Lambán de turno, personajes poco dados al relato corto, en el cuento y la ironía de Calders. Son los herederos de la Loapa, del 155. Son los otros parientes de la fanfarronada que clama que “al enemigo, ni agua", justo la canción que ahora se gira en contra del gobierno de Sánchez. ¡Ay de tuyas a mías!

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