Opinión
Joan Julibert
opinión

Vuelve la derecha catalana

Después de una década, desde que Artur Mas decidió coger la estelada como tabla de salvación ante el descontento de la ciudadanía por los recortes que él mismo había liderado y la corrupción del partido que lideraba, parece que el tablero político catalán vuelve a una cierta normalidad. Han sido diez años en que nadie en este país quería representar la derecha catalanista, una corriente política con una larga tradición en el país y que en parte explica la misma naturaleza de lo que somos y de nuestra evolución. 

La derecha ha vuelto a Catalunya y es una buena noticia, porque por fin, más allá de los debates de sentimientos y sueños, podremos confrontar modelos de país sin engaños ni chantajes

Los convergentes decidieron que no quedaba bien, se sumaron a un movimiento rupturista con la bandera de la derecha, y dejaron huérfano un espacio que siempre ha representado la gente de orden y las clases más privilegiadas. De repente, una parte de estas clases, empujadas por el desencantamiento de una crisis económica sin precedentes en la Catalunya democrática y para una política hostil desde la centralidad madrileña, decidieron que también eran de izquierdas. Incluso se apuntaban a las revoluciones, aunque fueran de las sonrisas. Y aplaudían los jóvenes de la CUP desobedientes, a los chicos traviesos que eran capaces de montar performances muy efectivas en el discurso de la confrontación con el Estado. 

Los convergentes decidieron que no quedaba bien y se sumaron a un movimiento rupturista con la bandera de la derecha, y dejaron huérfano un espacio que siempre ha representado la gente de orden 

Los últimos meses, y una vez agotada la vía de la confrontación y con un Procés en vía muerta, los partidos van volviendo a reubicarse en el mapa ideológico de siempre. La salida de Junts del Govern ha servido para definir mejor este mapa. La muestra más clara son las enmiendas a los presupuestos de Junts per Catalunya, que firmaría el PP, y la presentación en Barcelona de uno alcaldable, Xavier Trias, que se define como convergente. Desde hace unos días hemos empezado a conocer algunos de los programas hasta ahora escondidos por la estelada que definen esta derecha, su lucha contra la ocupación ilegal, una rebaja de la fiscalidad a los que tienen patrimonio o una política del orden público más severa. La derecha ha vuelto a Catalunya, si es que se había marchado, y es una buena noticia, porque por fin, más allá de los debates de sentimientos y sueños, podremos confrontar modelos de país sin engaños ni chantajes. Si la derecha hace de derecha, la izquierda podrá hacer de izquierda.