Opinión
Jaume Barberà
opinión

Alarmismo

2023, un nuevo año. Tristezas y alegrías. Aciertos y errores. Nuevas lecturas. Nuevas experiencias. Algunas pérdidas. En resumen: vida.

Algunos años ojalá no hubieran empezado. No lo sé, pienso en 1914, en 1936, en 1939, en el 2008, en el 2020... sin embargo, si se mira en perspectiva, son más los años en que se ha adelantado que retrocedido. Con todo, hay un negocio que siempre ha sido suculento: el del catastrofismo. 

El año pasado, en 2022, tenía que ser, según los vendedores de apocalipsis, un año atroz, terrible, un año en que, incluso, los pájaros dejarían de cantar.

No crean que los portavoces de la internacional de los desastres son aficionados, astrólogos o seguidores de sociedades secretas. No. Son profesionales de diferentes ámbitos. Incluso, hay conocidos. ¿Por qué lo hacen? A mí, sinceramente, sólo se me ocurre una patología: la de conseguir visibilidad mediática. Nada más. Saben que mienten, pero también saben que si no dan titulares rupturistas, no salen. Esta patología también afecta instituciones internacional como el Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional y la OCDE y diferentes casas de análisis. 

España tenía que pasarlo muy mal en 2022. Y resulta que acabará creciendo por encima del 5% anual.

Aunque nos pueda parecer mentira, muchas previsiones económicas tienen menos valor que las que te dan a los astrólogos o los tiradores de cartas, pero se hacen, de la misma manera que decenas de miles de personas miran los horóscopos. Es decir, como nuestra naturaleza no es amante de las incertidumbres, siempre buscamos que nos las resuelvan, como las incógnitas en las ecuaciones. Por eso hay tanta gente que vive de engañar los otros. Son los que te dicen que ellos saben qué pasará mañana.

Lo que sí que se puede decir es qué ha pasado hasta ahora. Y, aunque cueste creer, porque vemos muchos desastres, el balance es positivo: el mundo no empeora, mejora. Por ejemplo, con menos tierra cultivada, se producen más alimentos. ¿Queréis otro? La población mundial con acceso a la electricidad ha pasado del 83% al 91%. ¿Otro? En dos décadas, la pobreza extrema ha pasado del 30% al 8,5%. ¿Otro? Ya les adelanto que estos titulares no lo veréis. No venden.

Bien, que este año que nada más ha empezado os sea venturoso.

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