Opinión
David Mejía Ayra
opinión

¿Es la universidad un espacio plural y de debate?

La universidad Complutense ha nombrado este martes, alumna ilustre, entre otras personalidades, a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.

Antes, durante y después del acto hemos podido observar como los de siempre, aquellos colectivos universitarios de extrema izquierda que se alían y se animan conjuntamente con partidos como Podemos o la CUP y derivados (si habláramos en clave catalana), han intentado boicotear el acto.

La instrumentalización de las universidades públicas por parte de la izquierda ideológica y el separatismo más radical es innegable

Tristemente, en Catalunya estamos demasiado acostumbrados a este tipo de escraches y violencia contra los que no formamos parte de los revolucionarios de pandereta, que se creen los amos de las universidades y que actúan de manera impune, amparados, normalmente, por sus rectorados.

La época universitaria tendría que ser un tiempo de crecimiento formativo y personal para aquellas personas que forman parte de ellas, donde la palabra, el debate y el diálogo tendrían que ser los ejes principales para los estudiantes. Del mismo modo, el respeto y la tolerancia tendrían que ser valores fundamentales para poder entender y combatir, con el poder de las argumentaciones, las diferentes opiniones y puntos de vista existentes. Pero la realidad queda muy lejos de todo esto.

La instrumentalización de las universidades públicas por parte de la izquierda ideológica y el separatismo más radical es innegable. Desde mi época universitaria, donde realizar actos fuera del pensamiento único era un auténtico hecho heroico, hasta la actualidad, en el que jóvenes que pretenden expresar sus opiniones son agredidos, insultados y señalados, han pasado unos cuántos años, pero sin que esta libertad de expresión se haya intentado solucionar por parte de los responsables competentes.

En Catalunya estamos demasiado acostumbrados a este tipo de escraches y violencia contra los que no formamos parte de los revolucionarios de pandereta

Sin duda, hay una gran dificultad para hacerlo posible cuando los máximos responsables políticos del departamento de universidades, por ejemplo en la última época de Juntos al gobierno, con la consejera Geis señala a asociaciones de jóvenes como fascistas solo por no pensar cómo ella creía que tenían que hacerlo.

Son muchos los profesores que intentan alzar la voz ante esta deriva de las universidades, pero no se conseguirá acabar hasta que sus rectorados dejen de ser una pata más de las estructuras de los partidos y de las ideologías que se cruzan en posesión de las direcciones universitarias.

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