Opinión
Ernest Benach
Tiempo de lectura: 4 minutos
opinión

La televisión, todavía

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Barack Obama fue el primer político que hizo una campaña 2.0. Su uso de las nuevas tecnologías y de redes sociales hasta entonces prácticamente inéditas en el campo de la política, le sirvió para construir una red de personas que multiplicaron su mensaje por todas partes en plena campaña. Y otro factor no menos importante, la capacidad de recaudación de recursos económicos para utilizar en campaña se multiplicó de manera importante. Sin embargo, Obama no ganó para utilizar con más o menos gracia la Blackberry. Sus apariciones televisivas tuvieron mucho que ver. La televisión todavía era un factor clave y determinando para ganar o perder elecciones. Y de hecho, me atrevería a decir que todavía lo es, aunque la manera de consumir televisión ha cambiado radicalmente.

Las redes condicionarán las elecciones, seguro, pero las mejores redes que pueden ayudar a ganar elecciones son aquellas que están formadas por personas reales, el boca a oreja

A la oferta de la televisión más clásica con las cadenas públicas y privadas, se tiene que añadir ahora la inmensa oferta de las plataformas. Netflix, Amazon Prime, HBO, Apple TV, Disney, Movistar, Filmin... son al frente de una lista cada vez más larga y que representa una oferta bien diversa y variada. Las plataformas han cambiado la manera de ver la televisión. Puedes ver la serie, el documental, la película o el partido de tu deporte preferido cuando te parezca bien, la puedes ver cómodamente sentado en el sofá de casa y en directo, o en el tren en pleno trayecto por el portátil o por el móvil. Y quien dice al tren, dice en los sitios más inverosímiles que se puedan imaginar. En paralelo, la media de edad que consume televisión clásica ha subido, sobre todo porque la gente joven tiene otra dimensión de cómo ver contenidos, y el uso de pantallas diversas es inherente con las generaciones que suben. Además, la vinculación con las redes sociales, los videojuegos, y otras maneras de comunicarse, siempre a través de pantallas, es propio de las generaciones más jóvenes. 

Por lo tanto, el papel de la televisión a la comunicación política ha cambiado. Y el papel de las redes sociales, y de estas nuevas formas de comunicación en la influencia política, también. 

Hoy es indispensable salir a la tele, pero también empieza a serlo tener el canal propio de Twich o de TikTok, para poner solo dos ejemplos de redes sociales de éxito entre los más jóvenes. Y además, hay que mostrar la vertiente más humana de los candidatos/se a través de Instagram o incluso de Facebook. Mientras tanto, otras redes, como Twitter, se han convertido en el campo de batalla de partidarios y detractores de cualquier causa, opción política o candidato/a y eso, además de preocupante, es peligroso. Evidentemente que la libertad de expresión es sagrada, pero lo es tanto como el respeto, la presunción de inocencia o el hecho de contrastar si una noticia es verdad o mentira.

Hoy es indispensable salir a la tele, pero también empieza a serlo tener el canal propio de Twich o de TikTok. Hay que mostrar la vertiente más humana de los candidatos/se a través de las redes sociales

Las redes condicionarán las elecciones, seguro, pero las mejores redes que pueden ayudar a ganar elecciones son aquellas que están formadas por personas reales, las que se construyen calle en calle, barrio en barrio, las que todavía utilizan, además del WhatsApp o el Telegram, el boca a oreja. En definitiva, las que ponen valor a las emociones y a las personas reales. Y aquí la televisión más clásica todavía tiene un papel a jugar.

El año 2023 será un año electoral, y, a buen seguro, lleno de nuevos experimentos en la manera de enfocar campañas electorales. La comunicación política, siempre, en constante evolución. He ahí.

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