Opinión
Maria de la Pau Janer
Tiempo de lectura: 3 minutos
opinión

Luz Casal: dos mil llamadas

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Las palabras nos salvan. Siempre lo he creído, como lo creía Daniel, el protagonista de La Sombra del Viento, de Carlos Ruiz Zafón. Cuando recorrió los pasillos de los Libros Olvidados, fascinado por la visión de los millares de volúmenes y la magia de las historias que contenían, pensó: “los libros saben más de mí que yo de ellos”. Tenía razón. Era el descubrimiento del poder de las historias. 

Hoy hablaremos de palabras que nos curan y de historias que nos conmueven. Empezaremos por el final, como si quisiéramos construir una casa por el tejado, porque hablamos de magia, de momentos especiales: Luz Casals, referente del pop, graba su primera canción inédita en cinco años. Se titula Hola, qué tal y es un adelanto de su próximo disco. Un disco autobiográfico, resultado de una experiencia vital increíble. Es diferente y muy personal. 

La cantante gallega se inspira en las conversaciones telefónicas que tuvo durante el confinamiento por la pandemia con personas desconocidas a quienes telefoneaba para ofrecerles compañía. 

Las palabras como instrumento de aproximación a los otros, convertidas en herramientas para ayudar a la gente. Una forma de hacer llegar consuelo, proximidad, ayuda. Durante sesenta días, dos horas diarias, desde las seis hasta las siete y cincuenta y cinco minutos (siempre respetaba que a las ocho de la noche todo el mundo saliera a los balcones para aplaudir la tarea de los sanitarios), vivió una peculiar aventura: llamar a aquellas personas que quisieran tener, o regalar a alguien, una conversación con ella. Lo define como un “voluntariado intenso”. “Si tienes suerte lo tienes que compartir. Yo tengo mucha”, asegura Luz Casal. Sus orejas estuvieron atentas y captaron la angustia, el miedo, la desesperación, la soledad y las dudas de los otros. Unos sentimientos que intentó transformar en resistencia y voluntad de superación. Eran el deseo de seguir adelante. 

Los testigos de la gente fueron lecciones de vida. La mujer que sabía escuchar se puso en la piel de otros seres humanos, desconocidos con quienes empatizaba. Aprendió, durante más de dos mil llamadas, a entender las penas de los que oía hablar.

Eran sanitarios confinados por contagios, autónomos destruidos porque no podían trabajar, enfermos que estaban solos, gente que celebraba cumpleaños... Durante aquellas dos horas, vivía emociones bien distintas. Tristeza y alegría; el llanto y la carcajada. 

Las palabras como instrumento de aproximación a los otros, convertidas en herramientas para ayudar a la gente. Una forma de hacer llegar consuelo, proximidad, ayuda

Todo empezó con un anuncio en las redes. A través de Instagram, ofreció conversaciones con las personas que se lo pidieran. Las palabras que dijo y también las que escuchó le inspiraron una gratitud inmensa: “gracias para hacerme oír a una mujer mejor”, decía. 

Ella regalaba palabras. Las personas desconocidas le narraban historias de lucha, pérdida, deseo de avanzar. Siempre, una sensación de esperanza. Una mano tendida hacia otras manos. Palabras e historias yendo y viniendo desde las voces conectadas por el teléfono. Al final, una canción que transmite aquella magia. Un disco que esperamos.

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Etiqueta: Libros